Clima

El Papa San Juan Pablo II habló de una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión[1]. En primera instancia, planteó que la Iglesia necesita el fuego del Espíritu para experimentar el clima de Pentecostés[2], caracterizado por un ardor especial que nos torna fervientes en el Espíritu y nos impulsa a hablar de Jesús[3]. El Documento de Santo Domingo, que recoge la doctrina de San Juan Pablo II, afirma:

“Jesucristo nos llama a renovar nuestro ardor apostólico. Para esto envía su Espíritu, que enciende hoy el corazón de la Iglesia. El ardor apostólico de la Nueva Evangelización brota de una radical conformación con Jesucristo, el primer evangelizador. Así, el mejor evangelizador es el santo, el hombre de las bienaventuranzas (cf. Rm 90 -91). Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu, genere una mística, un entusiasmo incontenible en la tarea de anunciar el Evangelio y capaz de despertar la credibilidad para acoger la Buena Nueva de la Salvación”[4].

La Iglesia necesita predicar con entusiasmo, alegría, vigor, convicción, valentía y parresía. Al respecto, el Papa Francisco expresó la necesidad de una Iglesia que vuelva a traer calor, que tenga ministros capaces de enardecer el corazón de los fieles[5].

Explicación del Padre Diego Jaramillo


[1] Cfr. San Juan Pablo II. (1983). Discurso a la Asamblea del CELAM en Haití.

[2] Cfr. San Juan Pablo II. (1998). Homilía Domingo de Pentecostés No. 2

[3] Cfr. Rom. 12, 11.

[4] SD No. 38.

[5] Cfr. Francisco. (2013). Encuentro con el Episcopado Brasileño.