Colombia

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Esos mismos problemas que afectan al mundo, y en especial a Latinoamérica, han sido abordados por la Conferencia Episcopal de Colombia. Según el diagnóstico realizado en el Plan Global 2012-2020, en el país encontramos algunas luces y sombras[1] que determinan el contexto en el que debemos responder al llamado de la Iglesia para una Nueva Evangelización.


En la sociedad se presentan algunas sombras que influyen en el ámbito religioso como: el proceso de secularización que invita a vivir sin relación con la Trascendencia, el sincretismo y el esoterismo como ofertas de espiritualidad, la multiplicación de sectas y movimientos religiosos no católicos, el afán que tienen algunas personas de experiencias sensibles de lo sobrenatural, el vago espiritualismo tradicionalista o fundamentalista, la ignorancia, indiferencia y abierto rechazo al Catolicismo y la difusión de modelos erróneos de valores y de estilos de vida por parte de los medios de comunicación.


En la Iglesia se dan algunos aspectos que deben mejorarse como la separación entre fe y vida, los sacramentos vividos como eventos sociales o tradiciones culturales, la falta de formación en todos los niveles eclesiales (especialmente en el laicado), el ritualismo y la falta de respuestas concretas a las necesidades y desafíos de la familia y la juventud.


Por otra parte, el ansia y la necesidad de Dios y la globalización, que permite el acceso al conocimiento y el ejercicio de la solidaridad a través de los medios tecnológicos que facilitan la recepción de la información y la comunicación, abren la puerta a la labor evangelizadora de la Iglesia.


La Iglesia tiene fortalezas que responden a los desafíos de hoy. Por ejemplo, entre los fieles va en aumento el número de católicos convencidos y maduros, existen procesos y planes pastorales estructurados y con resultados concretos, sigue adelante la Misión Continental como misión permanente, hay parroquias que son comunidad de comunidades y tienen procesos catequéticos sólidos, existen familias transmisoras de la fe, se practica la Lectio Divina, hay mayor presencia y compromiso de los laicos, se organizan movimientos y asociaciones, se evidencia una pastoral articulada y de conjunto, se genera cada vez mayor consciencia de una suma de fuerzas que permita realizar una evangelización más efectiva, se da una constante confrontación con nuevos escenarios que enriquece la visión de evangelización, hay generosidad, celo apostólico, espíritu misionero y testimonio de vida creíble dado por los miembros comprometidos.


En el ámbito político la sociedad colombiana tiene algunos problemas como el conflicto armado y la violencia, la corrupción y las incoherencias en las decisiones judiciales, la marginación y la discriminación, la falta de cultura de participación y responsabilidad ciudadana, los fraudes electorales y las malas prácticas de gobierno, los intereses estrictamente económicos, el desplazamiento, el secuestro y las infracciones contra los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.


Sin embargo, algunas luces que facilitan la labor evangelizadora de la Iglesia son: los progresos en la consolidación del Estado Social de Derecho (seguridad, transparencia, lucha contra la corrupción, combate contra la impunidad), el avance contra el analfabetismo, la participación ciudadana cada vez más significativa de mujeres, indígenas y afrodescendientes. Desde lo legislativo se hace un esfuerzo por la política con responsabilidad y por cerrar el paso a los vicios electorales, existen nuevas legislaciones a favor de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario (ley de reparación de víctimas y ley de restitución de tierras para la reconciliación) y atención integral del Estado a los desplazados en consonancia con la ONU.


La Iglesia puede aportar en la solución o el alivio de estos conflictos con algunas acciones como: la formación de líderes políticos desde las bases del Evangelio, fomentar la democracia participativa y la responsabilidad ciudadana desde el concepto de Pueblo de Dios, con un testimonio honesto de políticos que le devuelvan la credibilidad y participación a la población, con el ejercicio de la caridad y la atención a las víctimas del conflicto como atención a los rostros sufrientes de Cristo, con la promoción y acompañamiento en la restitución de los derechos de los desplazados y la liberación de los secuestrados del país.


En el ámbito económico algunas sombras que se presentan son: El mercado como fin y no como economía solidaria, la concentración del poder y la riqueza en manos de unos pocos, el país no está suficientemente preparado legislativamente ni en infraestructura para ser lo suficientemente competitivo, es necesario conseguir mejores niveles de empleos formales y con garantías de estabilidad, debe existir una regulación en la tenencia de tierra para reducir la inequidad, hay subutilización de las tierras aptas para la agricultura (lo que genera un problema de seguridad alimentaria), no hay armonía entre la minería y la conservación del ambiente y las condiciones sociales de las comunidades rurales, pueden existir riesgos en la aplicación de los TLC especialmente en el sector agropecuario que se deben estudiar, se amplía la inequidad entre ricos y pobres, y continúa el flagelo del narcotráfico.


Pueden ser luces en lo económico: el interés en los recursos y el potencial productivo de Colombia (materias primas, industria extractiva y cultivos biocombustibles) dentro de las ofertas del mercado, la mejora en los niveles de desempleo, la riqueza en la biodiversidad y los recursos naturales, los TLC que pueden presentar nuevos retos y oportunidades, y cada vez más se genera una concepción de desarrollo humano y sostenible.


Para el Papa Francisco es urgente el despertar de las conciencias a favor de los más necesitados. En el numeral 53 de la Evangelii Gaudium (que titula: “No a una economía de la exclusión”) insta a implementar una economía solidaria que responda a los necesitados. El reto para la Nueva Evangelización en Colombia en el ámbito económico es grande, pues en el país aún se viven condiciones difíciles de pobreza e inequidad. La Iglesia desde siempre se ha involucrado en proyectos sostenibles que generan recursos y ha ejercido su pastoral social para responder a los más pobres y necesitados; sin embargo, es necesario seguir adelante con iniciativas que logren impactar positivamente en la sociedad a este nivel.


En el ámbito cultural encontramos sombras como: la amenaza a la riqueza étnica y cultural por la violencia donde los grupos minoritarios son los más vulnerados (desplazados o confinados); las nuevas concepciones del ser humano y la vida desconocen los valores fundamentales cristianos y proponen un estilo de vida sin Dios; el relativismo moral y ausencia de criterios éticos llevan a la deshumanización y facilitan la corrupción; existe una constante amenaza al medio ambiente y a la biodiversidad (como el cambio climático, la contaminación y la degradación de los recursos naturales); la dignidad humana sigue supeditada a desarrollos socioeconómicos y culturales que condicionan el goce de los derechos; la deserción escolar se mantiene; los grandes desequilibrios en el sistema de salud, y la vulneración de los derechos fundamentales de las personas.


Entre las luces de la cultura que determinan el contexto para una Nueva Evangelización se encuentra: variedad étnica, religiosa, de costumbres, tradiciones y formas de vida; la abundancia de recursos naturales, innovaciones científicas y tecnológicas que permiten una mejor calidad de vida en varios sectores de la población; revolución en la tecnología de las comunicaciones para nuevas expresiones culturales y nuevas redes globalizadas de relaciones; los esfuerzos para garantizar el acceso universal a la educación, y una mayor cobertura en la salud (SISBÉN y POS).


La Iglesia debe producir nuevas formas de comunicar el mensaje de salvación en medio del complejo panorama cultural actual. Todas las expresiones artísticas y culturales pueden sumarse a la labor evangelizadora, así como los medios de comunicación y las TIC que pueden ponerse al servicio de la misma. En cuanto a la educación, la Iglesia cuenta con variedad de entidades que durante muchos años han colaborado, pero que también se deben renovar en sus métodos y en la transmisión de valores cristianos y humanos. También la Iglesia puede aportar a la reflexión sobre el cuidado del medio ambiente y el sano aprovechamiento de los recursos naturales. Por último, a través del diálogo interreligioso y ecuménico la Iglesia se suma a la construcción de una sociedad más justa y armónica, en una voluntad y un trabajo continuo en el que se esperan cada vez mejores resultados.


De esta manera, todo esfuerzo de la Iglesia para realizar una Nueva Evangelización en el mundo de hoy, y en particular en Colombia, deberá tener en cuenta las luces y sombras aquí presentadas.


[1] Cfr. PG.