Pentecostés

Jesucristo no solamente nos ha revelado al Padre amoroso, sino que también ha sido Él mismo quien se ha ofrecido como víctima, mediador y redentor de la humanidad; ha dejado su Espíritu, como promesa del Padre, para que podamos llevar a cabo la misión que nos ha encomendado. El Evangelio según San Juan destaca que Jesús al morir entregó el Espíritu[1]. El día de la Pascua, Jesús aparece resucitado en medio de sus discípulos y sopla sobre ellos el Espíritu Santo para llenarlos de paz y enviarlos en su nombre[2]. Luego, en Jerusalén, la efusión en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos el día de Pentecostés[3] los llevó a hablar en otras lenguas de las maravillas del Señor.

Desde entonces la Iglesia vive un Pentecostés permanente[4], que renueva y fortalece sus dones, carismas, ministerios y su impulso misionero.

El Papa Juan XXIII, al convocar el Concilio Ecuménico Vaticano II, exhortó a orar en todo el mundo y a pedir la experiencia universal de un nuevo Pentecostés. Su sucesor, Pablo VI, en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi recordó que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, es quien nos recuerda las enseñanzas y el ministerio de Jesús y quien actúa hoy en cada evangelizador que permita que lo guíe y ponga las palabras en sus labios; también es Él quien dispone los corazones para que acojan la Buena Nueva y el Reino de Dios[5].

El Papa San Juan Pablo II se refirió en repetidas ocasiones a la necesidad que tiene la Iglesia de renovarse con la fuerza del Espíritu Santo. En el discurso inaugural de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Santo Domingo dijo que el Espíritu del Señor guía la Iglesia a la plenitud de la verdad y la rejuvenece con la palabra revelada, como en un nuevo Pentecostés. Además exhortó a toda América a abrirse a Cristo y a acoger al Espíritu, para que en todas sus comunidades tuviera lugar un nuevo Pentecostés y surgiera una humanidad nueva y dichosa[6].

El Papa Benedicto XVI, en el marco de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, también invitó a pedir la luz del Espíritu: “Vamos a pedir que la venida del Espíritu Santo sea para todos como un nuevo Pentecostés, a fin de iluminar con la luz de lo alto nuestros corazones y nuestra fe”[7]. De igual forma, los obispos expresaron la espera de un nuevo Pentecostés que libere de la fatiga, la desilusión y la acomodación al ambiente, que renueve la alegría y la esperanza para salir al encuentro de las personas y compartirles el don del encuentro con Cristo[8].

El Papa Francisco comentó que la experiencia eclesial de Aparecida se dio en un contexto de oración y vivencia de fe donde surgió el deseo de un nuevo Pentecostés para la Iglesia y el compromiso de la Misión Continental como extensión práctica de las reflexiones planteadas en la Conferencia[9].

En consecuencia, tenemos una misión dada por Jesús que nos exige responder a desafíos planteados por las épocas y los hombres de todos los tiempos. El Espíritu Santo siempre ha venido en nuestro auxilio, con nuevas formas de evangelizar. Hoy queremos responder a las problemáticas de la Iglesia y de la sociedad con una espiritualidad, un clima, una cultura y un idioma como expresión de un nuevo y permanente Pentecostés.

El Espíritu Santo: Principal agente de la Nueva Evangelización

 cruz

Fuente: Elaboración propia

1. Todo el misterio cristiano se expresa en la cruz porque por ella Cristo nos obtuvo la redención, la salvación y nos regaló su Espíritu Santo, “protagonista de toda iniciativa y manifestación de fe”[10]. El Papa San Juan Pablo II utilizó la expresión Nueva Evangelización por primera vez en Nowa Huta, no desde el enfoque de una “nueva ciudad” según el concepto empresarial de Polonia, sino desde la cruz, como clave interpretativa de los cambios que se produjeron en el umbral del nuevo milenio. “La cruz está elevada sobre el mundo que avanza”[11].

2. El Papa San Juan Pablo II, al hablar de la acción del Espíritu Santo, subrayó: la espiritualidad de Pentecostés, que debe caracterizar a la Iglesia; la cultura de Pentecostés, que impregna la civilización cristiana; el clima de Pentecostés, entusiasmo y ardor de los evangelizadores, y el idioma de Pentecostés, mensaje de salvación para toda la humanidad.

 



[1] Cfr. Jn. 19, 30.

[2] Cfr. Jn. 20, 21-22.

[3] Cfr. Hch. 2,1-13.

[4] Cfr. Jaramillo, D. (2011), p. 15.

[5] Cfr. EN No. 75.

[6] Cfr. San Juan Pablo II (1992). Discurso inaugural IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Santo Domingo, República Dominicana, Nos. 30 y 31.

[7] Benedicto XVI. (2007). Homilía en la Misa de Inauguración V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Santuario de Nuestra Señora de la Concepción, Aparecida, Brasil.

[8] Cfr. DA Nos. 362 y 548.

[9] Francisco. (2013). Encuentro con el Comité de Coordinación del CELAM.

[10] Francisco. (2013). Audiencia al Colegio Cardenalicio.

[11] Cfr. San Juan Pablo II. (1979) Homilía de la Santa Misa para los Obreros de Nowa Huta. La construcción del barrio de Nowa Huta en Cracovia respondió a un intento del gobierno socialista de construir un barrio moderno donde se evidenciara con fuerza la ideología atea. Los obreros católicos se empeñaron en construir una enorme cruz como signo de su fe y rechazo del comunismo ateo (Cfr. Wikipedia). Con la cruz de Nowa Huta comienza la Nueva Evangelización (Cfr. www.juanpablo2do.blogspot.com).