PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “DE LA CATEQUESIS DEL VATICANO A NUESTROS DÍAS” del Padre Luis Alves de Lima, sdb
Asunto: Solicitud que realiza el Observatorio del CEFNEC a Luis Alves de Lima, sdb
Tema: Presentación del libro ““DE LA CATEQUESIS DEL VATICANO A NUESTROS DÍAS” del Padre Luis Alves de Lima, sdb
Fecha: 21 de Noviembre de 2016
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Usted, gentilmente, me pidió: “Le solicito que simplemente nos escriba unas líneas donde usted nos presente la relación de su libro con la Nueva Evangelización. Una líneas escritas donde nos evidencie cómo en su proceso de investigación usted logró descubrir esa relación”.
Interrumpo un trabajo urgente e impostergable de preparar la próxima 55ª. Asamblea General de los Obispos Brasileños (CNBB) que reúne los cuasi 400 pastores de nuestras iglesias, para atender su solicitación. En tema da la Conferencia episcopal será lo mismo que traté en mi libro: la Iniciación a la Vida Cristiana (IVC), sin, naturalmente los aspectos históricos.
En anexo envío un artículo, en portugués, por supuesto, en el cual, más detalladamente respondo sus gentiles solicitaciones. En síntesis: la iniciación cristiana en los primeros siglos de historia de la Iglesia era realizada por la comunidad cristiana, como consecuencia de primer anuncio, evangelización o, anuncio kerigmático. Era hecha por la comunidad, o en el seno de la comunidad, a través de una estructura litúrgico-catequística que se llamó Catecumenado.
Era una verdadera y propia iniciación, con resultados tan excelentes que las generaciones formadas por ella en pocos siglos expandieron las fronteras del cristianismo propiamente por toda la Europa y Oriente Medio. Y esto se llamó cristiandad que se difundió por otras regiones, incluso, en nuestro continente en el siglo XVI.
Pero, ya en el siglo V y siguientes, la gran estructura litúrgico-catequética, con sus tres o más años de catecumenado desapareció, pues toda población ya era cristiana… Ya se “nacía cristiano” y la iniciación se restringió a los niños o a generaciones más jóvenes, así mismo, limitada a los aspectos doctrinales de la fe. De hecho, el elemento más importante, o sea, la experiencia cristiana vivida en el día a día, era garantizada por las familias, por la comunidad cristiana y, prácticamente, por toda la sociedad, entonces llamada cristiana (cristiandad o civilización cristiana). Algunos históricos llaman tal fenómeno de “catecumenado social”… la familia, comunidad y la propia sociedad con su ambiente intensamente cristiano, favorecía la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, y fortificaba la fe de los adultos. La catequesis, entonces, encargada de la iniciación cristiana, se preocupaba únicamente de la “enseñanza doctrinal”… Y con esta característica intensamente doctrinal (o, cuando mucho, de narración de los hechos de la historia de la Salvación, pero desligada de la vida de los catequizandos…) llegó hasta nosotros.
Ahora bien, desde la Revolución Francesa (para fijar una fecha), esa “cristiandad” fue poco a poco desconstruida (con raras excepciones..) o destruida, combatida o más bien abandonada, descuidada… Hubo muchas reacciones exitosas del cristianismo, incluso, con grandes corrientes misioneras o de recristianización. Pero llegados al Vaticano II la Iglesia, sacudida por la descristianización galopante, asumió su identidad misionera: ella existe para evangelizar…y es necesaria una “Nueva Evangelización” o “Recristianización”.
Todo el movimiento conciliar y posconciliar fue en esa dirección: reatar el dialogo con la cultura moderna que más y más se alejara de Dios, para anunciarle el Evangelio de Cristo Jesús (Pablo VI: “el gran drama nuestro es la ruptura entre Evangelio y cultura” en Evangelii Nuntiandi). Entre las iniciativas y “grandes reformas de sus caducas estructuras que impiden la evangelización” (Documento de Aparecida), el Concilio y el pos-concilio, a través de los grandes documentos Lumen Gentium, Sacrosanctum Concilium, Ad Gentes, Christus Dominus, solicitaron la restauración del catecumenado, como proceso evangelizador que realmente realiza una verdadera iniciación.
Otros documentos de las Iglesias locales (Italia, España, Brasil, Argentina, Colombia, Costa Rica… e inúmeros otros) cada vez más en los últimos años solicitan dicha restauración. De hecho: por todas las parte del mundo católico, la catequesis tradicional, a pesar de toda la renovación desde el final de siglo XIX, ya no cumple satisfactoriamente su misión de iniciación, con su estructura típicamente de cristiandad, hecha más para “enseñar” (la doctrina) que para “iniciar” (a los misterios de la fe).
Como fruto del Vaticano II fue publicado el Ritual de iniciación cristiana de adultos (1972), pero redescubierto y valorizado solamente en esos últimos 20 años. El traza el camino que un adulto no bautizado (no iniciado en la fe sacramentalmente) y después de recibir el primer anuncio o kerigma, hace para llegar a la plenitud de la verdadera iniciación… y, con eso, se quedó restaurado el Catecumenado. Atención: no confundir el “catecumenado” propuesto para toda la Iglesia, con el movimiento neo-catecumenal de Kiko de Arguellos (o camino, como ellos dicen); el “camino neo-catecumenal” es “una forma” de iniciación, pero no la única, y, mucho menos, la única que recibe la aprobación de la Iglesia).
El RICA es, entonces, el libro litúrgico que describe los procesos o itinerarios litúrgico-catequísticos que se debe recorrer (proseguir) para ser cristiano… No se trata simplemente de “preparar para recibir el sacramento del bautismo”, o para los bautizados, “preparar para recibir la confirmación o primera comunión eucarística”, como siempre se pensó la catequesis sacramental hace siglos… Mucho más que eso: los tres sacramentos de la iniciación (Bautismo, Confirmación, Eucaristía: en este orden), son solamente el punto alto, el punto de llegada de un largo camino de conversión, de practica de vida cristiana… El principal resultado de la Iniciación Cristiana es asimilar el Evangelio, colocarlo en práctica en la vida del día a día… El sacramento es justamente la celebración de esa conversión de vida…
Ese aspecto vital y existencial de la IVC es tan importante que, en Brasil la llamamos “Iniciación a la Vida Cristiana” (esa expresión ya empieza a ser empleado también en otros países). Infelizmente en muchos lugares los sacramentos de iniciación son verdaderos puntos de llegada y de abandono de la vida eclesial; la persona “recibe” los sacramentos y piensa que ya cumplió todos los deberes para con la religión… y simplemente no participa más de la vida de la comunidad cristiana… Al revés de nascer una nueva creatura para la Iglesia, en general los sacramentos no cumplen el papel de iniciar, pero de… concluir la vida cristiana. Triste (trágica) constatación: en vez del nacimiento de una nueva vida cristiana, tenemos un verdadero aborto… o natimuerto, del punto de vista religioso! Atención: teológicamente, por supuesto que el sacramento del bautismo en virtud del principio “ex opere operato” (por veces mal comprendido) inicia ontológicamente, pero no existencialmente… Para eso, es necesario una educación cristiana, que, para los no bautizados es el Catecumenado pre-bautismal, y para los ya bautizados un Catecumenado pos-bautismal o, como se dice también, una catequesis de talante catecumenal…
La catequesis, como la recibimos y conocemos de la tradición, nasció dentro del gran proceso catecumenal: era el momento, si, de la enseñanza, de la doctrina, pero también de la conversión de vida y conformación a Cristo Jesús en sus misterios de vida y resurrección (celebrado en el bautismo). Y hoy ella sigue con esa misión; pero la gran diferencia es que en la antigüedad la catequesis estaba inserida en un proceso mucho mayor llamado catecumenado o IVC. Por veces digo que la IVC, como gran proyecto de generar nuevos cristianos, es mucho mayor que catequesis… e que, por supuesto, catequesis es menor que IVC. Cuál es la propuesta de la Iglesia hoy? Recolocar la catequesis en su debido lugar, o sea, dentro de los procesos de IVC, o catecumenado.
Consecuencia: no más el catequista aislado con su grupo de niños o preadolescentes, para preparar a la primera comunión o confirmación… El catecumenado, fundamentado en el RICA, es misión de toda la comunidad, sobretodo de los liturgistas (encargados de las varias celebraciones, ritos, oraciones, entregas), los catequistas (con la tradicional misión de “enseñar”), los introductores (que hacen el trabajo extremamente difícil del primer anuncio, evangelización explicita, o predicación kerigmática), los padrinos, los padres de familia, etc. En verdad la gran “iniciadora” es la comunidad, donde los ministerios se multiplican para realizar una IVC verdaderamente eficiente y eficaz.
Por supuesto, se requiere una comunidad o más bien, una Iglesia, una parroquia, una diócesis renovada en el espíritu del Concílio Vaticano II, sobretodo una Iglesia misionera, Iglesia “en salida” (Papa Francisco), Iglesia samaritana que se aproxima de la inmensa multitud que busca una “agua viva” para saciar su sed innominable de Dios… Por el contrario: se uno quiere implantar los procesos de IVC conforme el RICA o los procesos catecumenales en una “Iglesia con estructuras todavía de cristiandad”… pierde su tempo o cosecha mui poco… Por lo tanto, el problema no es tanto catequístico o cuestión de nuevas formas de evangelizar, pero el problema es eclesiológico… si, es importante buscar nuevas formas de evangelizar, comunicar el evangelio…, pero si no hubiera una Iglesia renovada e sobretodo testimonial, o sea, que testimonia con cierta radicalidad lo que está anunciando… es un trabajo casi inútil.
Una otro tema: hablamos mucho del RICA, pues allí se encuentran los itinerarios litúrgicos de la IVC; e con esto, queda resuelto el divorcio que hasta hoy tenemos en la Iglesia, o sea, catequesis e liturgia caminando en senderos paralelos sin nunca se encontrar… Pero debemos hablar de otros dos libros importantísimos para la IVC: la Bíblica (leída, predicada, celebrada, vivida sobretodo en la Liturgia, pero también en todos los procesos “catequísticos”) y, por fin, pero con gran importancia, también el Catecismo de la Iglesia Católica, que no es el más importante, pero que ocupa un lugar de relieve en su determinado momento en el proceso iniciático total…
Habría que hablar también de los nuevos catequistas y sobretodo de su formación para ese nuevo modelo o paradigma de catequesis, o mejor, de “procesos litúrgico-catequéticos”. Se los catequistas no viven en su propia personal los procesos iniciáticos propuestos por el RICA, como harán después en la catequesis iniciática?
Ahí está uno de los desafíos de la Nueva Evangelización, que expongo, con muchos otros detalles y profundización en mi libro: “A catequese do Vaticano II aos nossos días”.
El CELAM ha publicado recientemente el pequeño pero sustancioso documento: “La alegría de iniciar discípulos misioneros en el cambio de época”, en el cual colaboré: el expone e profundiza todas esas ideas… y conceptos.
El tema central de la próxima Asamblea General del Episcopado Brasileño (CNBB) será justamente este: La Iniciación a la Vida Cristiana. Ya publicamos dos importantes documentos en ese sentido: el Directorio General para la Catequesis (2006) y “Iniciación a la Vita Cristiana: un proceso de inspiración catecumenal” (2009). Ahora, retorna, con más fuerza al mismo tema para darle toda la fuerza de una decisión o documento oficial de la Conferencia Episcopal… E, se me, permite, retorno a la preparación, que hago juntamente con una comisión, del “Instrumento de Trabajo” de esa importante Asamblea General.
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