EL PAPA FRANCISCO PROPONE 3 ACCIONES ESENCIALES PARA LA PASTORAL VOCACIONAL
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Por: Miguel Pérez Pichel
En: Aciprensa
“Ustedes son los principales responsables de la vocación cristiana y sacerdotal, y esta tarea no se puede relegar a un trabajo burocrático”, dijo el Papa Francisco a los obispos y sacerdotes.
El Pontífice hizo esta afirmación durante la audiencia concedida en el Palacio Apostólico del Vaticano a los participantes en la Convención Internacional de Pastoral Vocacional, organizada por la Congregación para el Clero.
Antes de referirse a las tres acciones que deben guiar la pastoral vocacional, el Papa dijo que “es triste cuando un sacerdote vive sólo para sí mismo, cerrado en la fortaleza segura de la rectoría, de la sacristía o de un grupo restringido de ‘leales’. Al contrario, estamos llamados a ser pastores en medio del pueblo, capaces de animar una pastoral dirigida al encuentro, de dedicar tiempo a acoger y a escuchar a todos, especialmente a los jóvenes”.
“Cuando acogemos a Cristo –indicó Francisco–, vivimos un encuentro decisivo que ilumina nuestra existencia, nos libra de nuestra angustia, nos saca fuera de nuestro pequeño mundo y nos transforma en discípulos enamorados del Maestro”.
El Santo Padre subrayó que “la pastoral vocacional supone aprender el estilo de Jesús, que pasa por los lugares de la vida cotidiana, se detiene sin prisa y, recibiendo a los hermanos con misericordia, les conduce al encuentro con Dios Padre”.
De este modo, el Señor “recorre ciudades y pueblos y va al encuentro de los que sufren para dar esperanza al pueblo. Es el ‘Dios con nosotros’ que vive junto a las casas de sus hijos y que no teme mezclarse entre las multitudes de nuestras ciudades, convirtiéndose en levadura nueva allí donde la gente lucha por una vida diferente
Tres acciones esenciales
Salir, ver y llamar son los tres verbos que, según el Papa Francisco, caracterizan la pastoral vocacional, “un encuentro con el Señor”.
1.- Salir
En primer lugar, “salir”. El Obispo de Roma afirmó que “la pastoral vocacional necesita de una Iglesia en movimiento capaz de agrandar sus horizontes, midiéndolos no mediante la estrechez del cálculo humano, o con miedo a cometer errores, sino con la gran medida del corazón misericordioso de Dios”.
“No puedo esparcir una semilla que dé frutos de vocaciones si nos quedamos simplemente cerrados en el ‘siempre he hecho cosas’, sin ‘ser audaces y creativos en la tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y el método evangelizador de la propia comunidad’”, como se indica en la exhortación pastoral Evangelii Gaudium.
“Debemos aprender a salir de nuestra rigidez que nos hace incapaces de comunicar la alegría del Evangelio”, aseveró.
2.- Ver
En segundo lugar, ver. “Cuando pasa por el camino, Jesús se detiene y cruza su mirada con la de otros, sin prisas”, recordó. “Eso es lo que resulta tan atrayente y fascinante en su llamada”.
“Hoy en día, lamentablemente, las prisas y la velocidad de los estímulos a los que estamos sometidos, nos impiden, muchas veces, dejar espacio al silencio interior en el que se escucha el eco de la llamada del Señor”.
3.- Llamar
La tercera acción que analizó el Papa fue “llamar”. Se trata de “un verbo típico de la vocación cristiana. Jesús no hace largos discursos, no detalla un programa al cual adherirse, no ofrece respuestas preconcebidas. Remitiéndonos a Mateo, se limita a decir ‘¡Sígueme!’. De este modo, suscita en él una fascinación, la necesidad de establecer una nueva meta”.
Francisco explicó que “el deseo de Jesús es poner a las personas en camino, sacarlas de un sedentarismo letal, romper la ilusión de que se puede vivir felizmente quedándose cómodamente sentado en la propia seguridad”.
En octubre de 2018 tendrá lugar el próximo Sínodo de los Obispos con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Se busca de este modo acompañar a los jóvenes en su camino vital hacia la madurez, de tal forma que, por medio de un proceso de discernimiento, puedan descubrir con alegría su proyecto de vida, así como ayudarles a descubrir la apertura del encuentro de Dios con los hombres, en consonancia con la dirección marcada por la exhortación apostólica Amoris Laetitia.
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