EL CARDENAL BLÁSQUEZ MOTIVA AL MMTC PARA QUE CONTINÚE DEFENDIENDO LA TIERRA, EL TECHO Y EL TRABAJO
El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (Mouvement Mondial des Travailleurs Chrétiens- MMTC) fue fundado en el año de 1966.
El MMTC nació por iniciativa de las asociaciones de trabajadores de Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Suiza y los Países Bajos que, en los años cincuenta, decidieron unir las propias fuerzas para dar vida a una estructura internacional adecuada para favorecer los intercambios y el conocimiento de personas y situaciones; para estimular la solidaridad entre los movimientos de trabajadores; para potenciar la difusión de los movimientos obreros cristianos en el mundo; para desarrollar el apostolado en el mundo del trabajo ofreciéndole a los trabajadores, sean o no cristianos, no creyentes o pertenecientes a otras religiones, un lugar de encuentro; para asegurar contactos con las instancias eclesiales y civiles a nivel mundial. Fue fundado oficialmente en Roma coincidiendo con el 75º aniversario de la Rerum novarum. Reconocido por la Santa Sede como organización internacional católica, el MMTC es miembro de la Conferencia de las OIC. En cuanto ONG, tiene estatuto consultivo ante el ECOSOC, el BIT y la UNESCO.
Movimiento de educación, de formación y de evangelización, el MMTC funda el propio compromiso sobre la fe en Jesucristo, sobre el Evangelio y sobre la doctrina social de la Iglesia. Se dirige a obreros y obreras, parados, personas en situaciones de precariedad, jubilados, amas de casa que, recogiendo los retos de los tiempos, se comprometen junto a otros –de cualquier raza, cultura, religión– a mejorar las propias condiciones de vida y a construir una sociedad sin excluidos. La pedagogía del Movimiento se basa sobre la llamada “revisión de vida” y sobre el método “ver, juzgar, actuar”. La MMTC actúa para que la vida y la acción de los más débiles sea reconocida y sostenida por la Iglesia y por los responsables políticos de la sociedad civil y para que los trabajadores asuman responsabilidades profesionales, culturales y cívicas, colaborando con todos los hombres de buena voluntad.
Órgano supremo del MMTC es la Asamblea general que se reúne cada cuatro años con la participación de los delegados de las asociaciones afiliadas, elabora las prioridades de acción del Movimiento y elige las instancias responsables: Consejo ejecutivo, Buró, Secretariado general. El Consejo ejecutivo, constituido por miembros representativos de los distintos continentes, cuida la realización del plan cuatrienal (programa de trabajo a nivel internacional) decidido por la Asamblea general y está encargado de la animación y de la coordinación de los movimientos miembros. El Buró –cuyos miembros tienen que ser de distinta nacionalidad y comprender al menos dos mujeres– está formado por el Presidente, Vicepresidente, Secretario general, Secretario general adjunto, Tesorero y tiene la misión de llevar a la práctica las decisiones del Consejo ejecutivo en colaboración con el Secretariado general. La Secretaría general, constituida por dos Secretarios generales y por el Asistente eclesiástico general, asegura los contactos entre los movimientos afiliados y tiene un papel de representación. Pueden ser miembros efectivos del MMTC todos los movimientos de trabajadores adultos con un carácter educativo y apostólico, que realicen una acción organizada dirigida al conjunto de los trabajadores; que se dirijan a todos los niveles de trabajadores; que estén reconocidos por la Iglesia de los respectivos países.
El MMTC cuenta con 46 movimientos miembros efectivos y 8 movimientos miembros correspondientes que, con otros 19 grupos de contacto, llevan su presencia a 79 países distribuidos del siguiente modo: África (27), Asia (13), Europa (17), Norteamérica (9), Oriente Medio (2), Sudamérica (11).
El MMTC no realiza obras propias, pero los movimientos nacionales a él afiliados con frecuencia se comprometen en la realización de programas de desarrollo y en la animación de centros de formación.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, ha invitado al MMTC a seguir cerca de los trabajadores y las trabajadoras para que “sea escuchado el clamor” de los pobres, los desempleados y los precarios.
En su intervención en la homilía, con una referencia obligada a la localidad que acoge la asamblea del MMTC, de la que es natural de la diócesis, y a las lecturas evangélicas del día, ha denunciado las situaciones degradantes de las relaciones laborales en todo el mundo. El cardenal ha pronunciado la homilía en la Eucaristía conmemorativa de los 50 años de evangelización en el mundo del trabajo del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC).
“Es humillante, que a una persona de la forma que sea se le impida que se gane el pan con el sudor de su frente, por la destrucción del trabajo, el trabajo sumamente precario, muy coyuntural o insuficientemente remunerado”, ha dicho el cardenal.
Además, ha señalado que “la persona y el trabajo son realmente inseparables en el proyecto de Dios”. También ha insistido, ante los delegados presentes en la celebración, en que “el trabajo forma parte del dominio que el Señor nos da sobre la tierra y la historia, con el trabajo también estamos contribuyendo, a la mejora del mundo, de nuestra sociedad”.
Blázquez ha querido subrayar la importancia del trabajo, gracias la cual “unos y otros estrechamos nuestras manos para que a nadie le falte lo necesario, lo necesitamos para realizarnos a nosotros mismos”, por lo que ha llegado a decir que “una persona que no trabaja es una persona frustrada, una persona que no quiere poner su granito de arena en la construcción del mundo sino que cede diariamente a su comunidad es una persona que interiormente se está destruyendo a sí misma”.
Así mismo ha agradecido expresamente la tarea y la dedicación de las organizaciones del MMTC en estos años de historia y ha compartido con los delegados y las delegadas su preocupación por la transformación que sufre el trabajo y de la que él mismo ha sido testigo: “Yo he visto aquí en Ávila pasar del arado romano al tractor con aire acondicionado”.
“La incidencia que tienen los avances técnicos, bendito sea Dios, que pone a nuestra disposición el trabajo laborioso y el éxito de tantas personas, también nos introduce interrogantes muy serios sobre la distribución del trabajo”, ha dicho el cardenal, quien también ha compartido su preocupación por cómo accederán al trabajo “las personas menos capacitadas, con menos formación, con un desarrollo personal en condiciones familiares, sociales culturales difíciles. También se ha preguntado, ¿cómo vamos a distribuir este bien que curiosamente está resultando en nuestras latitudes un bien cada vez más escaso?, ¿qué va a hacer la multitud de jóvenes desde un punto de vista profesional bien preparados que no son atendidos?”
Ante la “situación histórica nueva en la que ha entrado también el trabajo” y los “interrogantes muy serios” que plantea el futuro, ha reconocido que “debemos abordarlo de manera solidaria y ver cómo compartirlo para que no haya eternos condenados a no trabajar nunca, para que haya siempre la posibilidad para que siempre más o menos todos puedan tener acceso a este bien precios y necesario para la realización personal, para llevar el pan al hogar y la familia”.
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