MOVIMIENTO JUVENIL SALESIANO
Los Salesianos de Don Bosco (SDB) somos miembros del movimiento salesiano mundial, presente hoy en 132 países, en los 5 continentes. Tenemos como origen un “sueño”, el de San Juan Bosco, quien desde su fe, se sintió llamado por Dios para ser presencia amorosa y eficaz en medio de la juventud abandonada y en peligro.
La ciudad de Turín – Italia y el siglo XIX son las coordenadas de espacio y de tiempo que contextualizan lo que de manera muy concreta ha llegado a ser carne en nuestra tierra colombiana. Pertenecemos a la Provincia que animan los salesianos – SDB en el sector oriental del país (tomando como referencia el Río Magdalena). Tenemos nuestra sede principal en Bogotá D.C. y nuestra historia se remonta al año 1890, cuando llegaron los primeros salesianos al hoy Colegio Salesiano de León XIII.
Trabajamos con los jóvenes, especialmente los más pobres, abandonados y en peligro (excluidos), y con los ambientes populares. Propiciamos ambientes Educativo – Pastorales y proponemos el reto de ser sujetos de historia, siendo “Buenos Cristianos y Honestos Ciudadanos”.
¿Por qué entregamos nuestra vida y nuestras actividades al servicio de los jóvenes?
Nos sentimos llamados por Dios a caminar sobre las huellas de nuestro Fundador. “El Señor le hizo ver claramente a Don Bosco que su misión debía dirigirse sobre todo a los jóvenes, especialmente a los más pobres”.
Creemos que esta opción por los jóvenes es de una importancia extrema: “Los jóvenes se encuentran en una edad en que tienen que tomar opciones básicas en su vida que comprometen el futuro de la sociedad”.
Estamos convencidos de que esta opción nuestra por los jóvenes más pobres de la sociedad es urgente. Se encuentran en situación de desventaja, son más impresionables, más vulnerables y, frecuentemente, están más expuestos a peligros serios, haciéndoles así “víctimas de injusticias”.
Presencia de los Salesianos en Colombia
En Colombia, donde se había conocido a Don Bosco como taumaturgo, también se le fue descubriendo como un gran educador de la juventud para el trabajo. Nuestro país estaba bajo la administración de Rafael Núñez. El ambiente político era tenso y difícil. La Nación, con apenas poco más de medio siglo como República Independiente, buscaba caminos de transformación.
Fue cuando empezó, a finales de 1886, el interés por la nueva perspectiva educativa, la del trabajo para preparar el personal para nuestros primeros intentos de creación de industrias y el gobierno se pusó en acción. El representante de Colombia ante la Santa Sede, General Joaquín F. Vélez, desplegó todo su interés. Se multiplicaron las peticiones a Don Bosco mismo, quien, sin embargo, tuvo que contentarse con mirar de lejos la tierra prometida: estuvo en Colombia sólo en su sueño-visión. El Santo Padre León XIII fue el autor decisivo al obtener del sucesor de Don Bosco, el padre Miguel Rúa, la expedición misionera que Don Bosco no alcanzó a enviar.
Luego de 127 años de la llegada de los primeros Salesianos, nuestra obra educativa y pastoral se ha extendido en todo el país con la animación de la Inspectoría San Pedro Claver con sede en Bogotá y la Inspectoría San Luis Beltrán, creada en 1957 con sede en Medellín.
En la actualidad, la Inspectoría San Pedro Claver atiende directamente a más de 50.000 personas en 51 obras, entre las que se cuentan colegios, institutos técnicos, centros de capacitación, parroquias, oratorios y centros juveniles, ubicados en 12 ciudades y 6 departamentos.
Movimiento Salesiano
A 172 años de cuando Don Bosco inició la obra de los Oratorios con una simple Ave María, el 8 de diciembre de 1841, en el encuentro con Bartolomé Garelli. A 153 años de la fundación de la Congregación y la familia Salesiana, el 18 de diciembre de 1859. A 122 años del inicio de la presencia salesiana en Colombia (11 de Febrero de 1890), siendo esta la semilla sembrada desde entonces; día a día se ha ido creciendo por la acción del Espíritu Santo a lo largo del tiempo y ancho de la geografía del mundo hasta convertirse en un frondosísimo árbol. Millones y millones de niños y jóvenes han encontrado en él; cobijo y apoyo para alzar el vuelo hacia todos los puntos cardinales. El carisma salesiano se ha ido dilatando en ondas expansivas hasta llegar hoy a 132 países del mundo.
Hoy podemos hablar no sólo del “fenómeno histórico salesiano”, sino apropiadamente del Movimiento Salesiano integrado por niños, niñas, jóvenes y adultos, especialmente de los sectores populares, religiosos y laicos. Personas de diversas culturas e inclusive religiones, han recibido el influjo benéfico de la misión evangelizadora educativa salesiana, sobre todo en la participación activa para la realización de su misión, compartiendo y llevando a cada lugar la Pedagogía salesiana del Sistema Preventivo y la espiritualidad salesiana.
NUEVA EVANGELIZACIÓN Y EDUCACIÓN
Autor: Carlo Nanni es profesor de Filosofía de la Educación y actual Rector de la Universidad Salesiana de Roma.
En: Página Web Salesianos – Pastoral Juvenil
1. El Sínodo y los jóvenes
Al final del XIII° Sínodo sobre “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, el viernes, 26 de octubre de 2012, los Padres sinodales, antes de volver a sus casas, quisieron enviar un “Mensaje al Pueblo de Dios”. Dirigiéndose especialmente a los jóvenes declararon que «los jóvenes nos importan de un modo muy especial, porque son parte relevante del presente y del futuro de la humanidad y de la Iglesia. La mirada de los obispos hacia ellos en absoluto es pesimista. Preocupada sí, pero no pesimista. Preocupada porque precisamente sobre ellos confluyen los embates más agresivos de estos tiempos; no pesimista, sobre todo porque, lo resaltamos, el amor de Cristo es quien mueve lo profundo de la historia, pero también porque descubrimos en nuestros jóvenes aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de generosidad, por las cuales estamos convencidos de que Cristo es respuesta que sacia». Por esto se invita a las comunidades cristianas a que «sin reservas, entren en una dinámica de escucha, de diálogo y de propuestas valientes ante la difícil condición juvenil. Para aprovechar y no apagar la potencia de su entusiasmo. Y para sostener en su favor la justa batalla contra los lugares comunes y las especulaciones interesadas de las fuerzas de este mundo, interesadas en disipar sus energías y a agotarlas en su propio interés, suprimiendo en ellos toda memoria agradecida por el pasado y cualquier planteamiento serio para el futuro» (n. 9).
2. La invitación de Benedicto XVI
Varias veces el papa Benedicto recordó a los jóvenes su papel activo en la obra de evangelización sobre todo hacia su mundo. Además él mismo recordó que «sin educación no hay evangelización duradera y profunda, no hay crecimiento ni maduración, no se da cambio de mentalidad y de cultura» (Benedicto XVI al Capítulo general de los Salesianos, 1 de marzo de 2008). E indicó también los puntos focales de esa función educativa: «Hay que preocuparse de la formación de su inteligencia, sin descuidar la de su libertad y capacidad de amar. Y para esto es necesario también el recurso a la ayuda de la Gracia. Sólo de ese modo se podrá contrastar eficazmente ese riesgo para el futuro de la familia humana que está constituido por el desequilibrio entre el crecimiento tan rápido de nuestro poder técnico y el crecimiento mucho más fatigoso de nuestros recursos morales» (Benedicto XVI en Verona, 19 de octubre 2006). También con respecto al desierto interior que con frecuencia se apodera de las personas, y de los jóvenes en especial, les invitó a aprovechar la ocasión, momento y lugar privilegiado en el que tomar conciencia y encontrarse a sí mismos, y de ese modo tener la fuerza de salir de sí, encontrarse con el mundo y con Dios, custodiar y promover la propia vida, la de los demás y la del mundo.
3. Iglesia y caminos nuevos de evangelización
Por su parte el Sínodo invita a llevar la pregunta sobre Dios a ese mundo y dar calidad y motivos a la fe. Anima a atreverse a recorrer caminos nuevos ante el cambio de las condiciones en las que la Iglesia está llamada a vivir hoy el anuncio del Evangelio. Pero a su vez, confiesa que se vuelve más importante la necesidad de hacer un serio examen de conciencia por parte de la Iglesia. Y esto es así porque el problema de la infecundidad de la evangelización, de la catequesis y de la educación cristiana depende también, tal vez en gran parte, de la capacidad o incapacidad de la Iglesia de configurarse como comunidad real, como verdadera fraternidad, como cuerpo de Cristo, y no como institución de poder o economía o grupúsculo o secta arrastrada por la vida de la gente. Es lo que está afirmando con valentía el papa Francisco, que manifiesta un “renovado ardor” evangelizador.
4. Las nuevas tecnologías
¿Qué hacer en especial con los medios de comunicación y con los nuevos medios? Efectivamente todos reconocen que mucha información y mucha formación de la nueva generación se da hoy en los llamados “no lugares”, es decir, en el grupo de iguales, en los encuentros, en las celebraciones, en la calle, en la cafetería, en la discoteca, en el estadio, con la navegación por internet, chateando, con los SMS, con el “messenger”, las bitácoras, el Twitter. Especialmente en Occidente –pero en gran medida en toda la “aldea global” del sistema social de comunicación, claramente mundializado y globalizado –, los espacios citados se convierten en los lugares privilegiados de socialización de la adolescencia y de la juventud; y se erigen en una verdadera “escuela paralela” y en una “universidad de la vida”, en la que se logra conocer realidades impensadas, se elaboran modos de ver la existencia y se hace práctica de comportamientos innovadores, no oficiales, más aún, no siempre socialmente aprobados o moralmente admisibles.
Existe la necesidad inaplazable de hacer una alianza, en vez de unademonización, con esos modos nuevos de aprender. Hay que hacer de ellos un recurso educativo y evangelizador, y no ver en ellos sólo un daño, algo malo, una trampa, sin dejarles de prestar toda la debida atención que requieren. Sigue valiendo también aquí el principio salesiano de «amar lo que los jóvenes aman para hacerles amar lo verdadero, lo bello, lo justo… lo santo» (Carta de Roma de 1884 de DonBosco al Oratorio).
5. Leer la existencia a la luz del Evangelio
Indudablemente a los “lugares” tradicionales de la formación (la familia, la escuela, la parroquia, la vida social cívico-pública) les queda el cometido de ayudar a reflexionar, sistematizar, integrar, mostrar el sentido humano, personal y comunitario de todo lo que se conoce y se experimenta en los “no lugares” y en el uso y visita frecuente a los nuevos medios. Pero al mismo tiempo habrá que hacer viva la función profética y soñadora del Evangelio, mostrando su significado para la vida de las personas, la capacidad de dar significado a las experiencias cotidianas, de permitir interpretar la demanda de felicidad, de amor y de sentido que alienta en la conciencia de muchos.
En otras palabras, será importante ayudar a las personas y a los jóvenes a leer su existencia a la luz del Evangelio. Ciertamente hay que utilizar bien los“medios” educativos tradicionales de la fe: experiencias de fiestas y de encuentros comunitarios que celebren la comunión eclesial y su radicación en la Palabra de Dios; una liturgia que permita la integración entre rito y expresividad juvenil, entre signo ymisterio; momentos de reflexión de grupo pero también de soledad e interioridad personal; prácticas de caridad y de voluntariado civil; la peregrinación… las JMJ… y también los encuentros parroquiales y diocesanos.
6. Asociacionismo y participación
Por otra parte, habrá que animar a adoptar actitudes de “ciudadanos participativos y asociados” y de “miembros de las comunidades eclesiales” (es decir, habrá que educar las “virtudes cívicas y eclesiales” de compartir, de participar, de la honradez y del rigor cívico, del “compromiso”, del “servicio”, de la “comunión”, de la “complicidad” por el bien común y por los intereses generales de la comunidad). Hay que “organizar la esperanza”, y –quisiera añadir– hay que encarnar la fe y practicar la caridad. Y esto se necesita para que la dimensión religiosa pueda efectivamente crecer y consolidarse en la vida personal, no sólo para hacer el bien según un altruismo o solidaridad más o menos genéricos. Y por ese camino, se debe sentir y entender que la relación religiosa con Dios se conjuga necesariamente con el sentido de “fraternidad religiosa” interhumana, hijos de un Dios que es Padre de todos.
7. Las mediaciones de la fe
El objetivo último de la educación en la fe y de la fe es el encuentro con Jesús y con su propuesta evangélica: encuentro al mismo tempo íntimo y personal, público y comunitario. En la fe se comprende que ese encuentro se realiza en primer lugar no por la vía educativa, sino gracias a la acción de Su Espíritu. Y, sin embargo, sigue siendo verdad que –en el misterio de la encarnación– lleva consigo todas las mediaciones propias del encuentro interpersonal, incluso las mediaciones de figuras y de existencias que saben entrar educativamente en este “misterioso” encuentro. Como indicaba Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha con más agrado a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros lo hace porque son testigos» (Evangelii nuntiandi, nº 41).
CARLO NANNI
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