LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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Koldo Gutiérrez y Rosendo Soler

Pertenecen al Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil

SÍNTESIS DEL ARTÍCULO

Los autores, sitúan la Jornada Mundial de la Juventud en el camino eclesial de la nueva evangelización, e iluminados por los discursos del Papa Benedicto en dicho acontecimiento eclesial, proponen algunas actitudes para un mayor vigor en la Pastoral Juvenil.

Muchos, creyentes y no creyentes, han quedado sorprendidos ante la reciente Jornada Mundial de la Juventud. Los motivos de este asombro pueden ser diversos: la gran cantidad de jóvenes que han participado; la alegría, vitalidad y religiosidad que estos jóvenes han transmitido; el civismo y el testimonio creyente que han dejado ver; la generosidad del gran número de voluntarios que han estado al servicio de los otros jóvenes…

Inspirándonos en la parábola del sembrador podemos decir que en la JMJ se ha producido una generosa siembra. El tiempo, así como un atento cuidado, podrá hacer madurar frutos de vida cristiana.

Pero ya podemos constatar algunos logros. Es posible que esta experiencia haya ayudado a que algunos jóvenes, invadidos por sentimientos de soledad ante un ambiente difícil, sientan que no están solos; o también, es posible que haya ayudado a algunas comunidades con baja autoestima a mirar el futuro con mayor confianza.

Encontrarse con jóvenes…

¿A qué venía el Papa a Madrid? Quería, como sucesor de Pedro, encontrarse con estos jóvenes de todo el mundo para confirmar a todos en la fe, impulsar su compromiso cristiano, exhortarlos a encontrarse personalmente con Dios, en el seguimiento de Jesucristo, para ser testigos de su evangelio en el mundo[1].

¿A qué venían los jóvenes? El sociólogo Gonzalo González, en un estudio realizado entre los participantes de la JMJ, dice que “los principales motivos para viajar-peregrinar a Madrid son: vivir nuevas experiencias, difundir el mensaje de Cristo y manifestar su compromiso con la Iglesia y con el Papa. También tiene peso en la motivación, en menor grado, la satisfacción de inquietudes espirituales, o estar y conocer jóvenes con las mismas inquietudes”[2].

… cristianos

Estos días los focos de las noticias han dejado ver que ser joven y ser cristiano en la sociedad actual es totalmente compatible. Los jóvenes que hemos visto en Madrid durante la JMJ son chicos y chicas de su tiempo, viven los mismos problemas que los demás jóvenes, hablan su mismo lenguaje, buscan un mundo mejor… pero para ellos la fe en Dios, el evangelio de Jesucristo, la experiencia cristiana, la fuerza de los sacramentos, la voz de la Iglesia… son decisivos en sus vidas.

No es extraño que el Papa Benedicto al despedirse, en el aeropuerto de Barajas, dijera a los jóvenes allí congregados: “Gracias y enhorabuena por el testimonio que habéis dado en Madrid y en el resto de ciudades españolas en las que habéis estado”[3].

  1. Actualidad de la nueva evangelización

En la ceremonia de despedida el Santo Padre también dirigía su palabra a pastores y educadores: “Encomiendo, pues, de modo particular a los Obispos, sacerdotes, religiosos y educadores cristianos, el cuidado de la juventud, que desea responder con ilusión a la llamada del Señor”[4]. Estas palabras dejan ver la importancia que la Iglesia otorga a la pastoral juvenil en este momento.

Al releer estas palabras nos brota inmediatamente una pregunta: Aquí y ahora, ¿qué podemos hacer por los jóvenes y por la pastoral juvenil? Y así queremos contribuir con estas reflexiones.

Nos hemos propuesto en este artículo hacer una lectura pastoral sobre lo vivido en estas intensas semanas. Para ello, en primer lugar, queremos situar este acontecimiento en la agenda actual de la Iglesia, y después nos gustaría concretar algunas actitudes pastorales que creemos pueden ayudar a dar un mayor vigor a la pastoral juvenil

La Iglesia ha nacido para evangelizar

La Iglesia entiende que la evangelización es un rasgo definitorio de su identidad. Pero, ¿a quién evangelizar y qué es evangelizar?

La sociología juvenil, en España hace esta distinciones: muy buen católico (2,3%), católico practicante (7,9%), católico no muy practicante (13,9%), católico no practicante (29,7%), indiferente (16,0%), agnóstico (9,3%), ateo (17,1%), creyente en otras religiones (2,0%)[5]. Estos datos demuestran que nos encontramos con una gran diversidad de situaciones: jóvenes con fe fortalecida, jóvenes con fe debilitada, alejados, quienes no comprenden la propuesta cristiana, quienes no han oído hablar de Jesucristo, quienes manejan conceptos vagos o distorsionados sobre Jesús, agnósticos o ateos, creyentes en otras religiones. Esta situación religiosa y espiritual anima a los agentes de pastoral a un compromiso serio con los jóvenes convencidos de su fe y a crear propuestas misioneras y evangelizadoras con los que viven alejados o mantienen una fe debilitada o poco estructurada.

Responder la pregunta sobre qué es evangelizar podría llevarnos muy lejos. Se han dado muchas definiciones sobre la palabra “evangelizar”. En esencia tienen este núcleo común: Evangelizar es anunciar la buena nueva del evangelio salvador de Jesucristo. Por lo tanto, el objetivo de la evangelización es llevar por Cristo “al Padre en un mismo Espíritu” (Efesios 2, 18)[6].

En este sentido la evangelización supone las acciones que plantea la Iglesia para esta finalidad: predicación, catequesis, liturgia, vida sacramental, piedad popular, testimonio de vida… La evangelización pretende no sólo convertir al ser humano al evangelio sino descubrir al Dios del evangelio en medio de la vida, vivir esta desde la fe con todas sus consecuencias, a nivel personal y social.

Evangelizar el mundo de hoy a través de sus desafíos

Hemos dicho que la Iglesia se sabe, por naturaleza, evangelizadora… pero también se sabe misionera. Cuando hablamos de evangelización debemos hablar también de misión.

Si en el discurso sobre la evangelización hoy se habla de una nueva evangelización, en el discurso sobre la misión se habla no solo de misión Ad Gentes sino de misión Inter Gentes, no solo de misión Ad Extra sino de misión Ad Intra.

En esta lógica cuando se habla de nueva evangelización, se piensa en aquellos países donde el evangelio habiendo sido anunciado no ha sido suficientemente acogido. Además no nos podemos olvidar de la evangelización Ad Intra, es decir: las acciones que proponemos han de hacer posible una comunidad evangelizada como condición para poder ser comunidad evangelizadora, o la necesidad de ser y saberse discípulo como condición para poder ser misionero.

Importancia del contexto

Pero si el evangelio no cambia y la fe es adhesión sincera a Jesucristo podemos preguntarnos dónde está la novedad. La novedad la ofrece el contexto que nos toca vivir. La actual sociedad globalizada, inmersa en una profunda crisis económica y de valores, deja ver algunos desequilibrios entre progreso y sentido, poder y ética, calidad de vida y bienes materiales, pluralismo e identidad, Norte y Sur… que afectan a los jóvenes y, por lo tanto, a la pastoral juvenil.

Este mundo que está en un profundo cambio se abre a distintos escenarios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos. En estos escenarios encontramos nuevos enfoques a distintas situaciones (migraciones, medios de comunicación social, investigación científica y tecnológica, laicidad, libertad religiosa, derechos humanos, salvaguarda de la creación…) que necesitan un oportuno discernimiento para poder hacer posible el anuncio del evangelio, el testimonio creyente de vida, la iniciación cristiana, la vida creyente[7]…

La nueva evangelización 

Pablo VI decía: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa”[8].

Hace ya más de veinte años que Juan Pablo II, durante un viaje apostólico a Polonia, empezaba a hablar de una ‘nueva evangelización’. La expresión entró de lleno en el discurso pastoral de la Iglesia cuando el Papa la utilizó invitando a un mayor esfuerzo misionero y evangelizador en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunido en Santo Domingo.

El Papa Benedicto retoma esta urgencia cuando dice: “Nos encontramos realmente en una era en la que se hace necesaria una nueva evangelización, en la que el único evangelio debe ser anunciado en su inmensa, permanente racionalidad y, al mismo tiempo, en su poder, que sobrepasa la racionalidad, para llegar nuevamente a nuestro pensamiento y nuestra comprensión”[9].

 

La JMJ en la nueva evangelización

El momento actual de la Iglesia respecto a la evangelización se llama ‘nueva evangelización’. Los Lineamenta para el próximo Sínodo hablan de un plan unitario para una renovada acción evangelizadora. Este plan tiene algunas intervenciones privilegiadas: la Asamblea del Sínodo sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, la creación del reciente Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, la Exhortación Apostólica postsinodal Verbum Domini[10].

Este documento reconoce el deseo de espiritualidad que hay en muchos jóvenes y ve en las Jornadas Mundiales de la Juventud una manifestación de este deseo: “Los grandes encuentros mundiales de la juventud, las peregrinaciones hacia los lugares de devoción, antiguos y nuevos, la primavera de los movimientos y de las asociaciones eclesiales, constituyen el signo visible de un sentido religioso que no se ha apagado”[11].

La JMJ está en el plan de acción de la Iglesia en torno a la nueva evangelización y pretende ser un apoyo para la pastoral juvenil. Constatamos, al mismo tiempo, que este plan va siendo incorporado con mayor decisión en nuestros particulares planes pastorales. Será sabiduría nuestra saber situar esta experiencia con toda su potencialidad, hacer la transición entre el encuentro extraordinario y la pastoral ordinaria.

Nueva evangelización y pastoral juvenil

La experiencia de la fe en sociedades modernas de atmósfera posmoderna no está siendo fácil especialmente para los jóvenes. Los procesos pastorales se ven sometidos a condicionamientos y tensiones. También es posible que se hayan cometido errores. Incluso algunos afirman que la pastoral juvenil ha fracasado. Esta afirmación nos parece excesiva, pero deja ver, en el contexto secularizado que vivimos, las dificultades que tenemos para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.

Foco de la Iniciación Cristiana

Las mayores dificultades las encontramos en lo que se llama la Iniciación Cristiana (IC). Muchos jóvenes no completan la Iniciación Cristiana, o si la completan teóricamente, todavía no han descubierto en profundidad qué significa ser y vivir como cristiano.

Siempre se ha entendido la IC como el proceso por el cual nos vamos haciendo cristianos. “El cristiano no nace, sino que se hace” decía ya en el siglo II Tertuliano. Tradicionalmente la IC ha estado unida a la pastoral sacramental (bautismo, confirmación y eucaristía). Este proceso tiene un momento previo y otro posterior. En el momento previo situamos la Pastoral Misionera y el Primer Anuncio. En el momento posterior situamos la Catequesis acompañada por itinerarios para la Palabra de Dios, para la preparación al amor y la familia, para la Caridad y Doctrina Social de la Iglesia.

La Iniciación Cristiana sigue siendo el primer cauce para una pastoral evangelizadora. Debe ser planteada igualmente para todos, bautizados y no bautizados, en una edad “adulta”. No se puede dar por supuesto que la iniciación está suficientemente garantizada con la catequesis en la edad infantil o adolescente. Hacerse existencialmente cristiano es el resultado de un proceso consciente y libre en el que se involucran la persona y la comunidad cristiana. Por tanto, el joven y el joven adulto necesitarán hacer experiencia de Dios desde una opción personal y desde la relación e inserción en una comunidad cristiana de referencia, de apoyo y de acompañamiento.

Pero también hay que subrayar la importancia de los primeros años de vida. El niño hace experiencia de Dios en el seno de la familia y en los primeros encuentros con la comunidad cristiana. La vinculación afectiva con lo Trascendente está íntimamente unida al amor familiar y a la cosmovisión que el núcleo familiar le ofrezca y posibilite.

La Iglesia actualmente da gran importancia a la catequesis de adultos y al catecumenado. La catequesis se dirige a todas las edades, pero es importante y urgente pensarla y organizarla a partir de la catequesis de adultos. En la pastoral con jóvenes subrayamos, en esta lógica, el cuidado pastoral de los jóvenes adultos, sin descuidar a pequeños y adolescentes.

  1. Relectura de las catequesis del Papa Benedicto en la JMJ de Madrid 2011

Nos proponemos, en la segunda parte del artículo, releer las catequesis del Papa Benedicto en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. ¿Qué criterio de lectura podemos usar en textos tan bien trazados y construidos? Nos sirve de referencia el Concilio, que a la luz del misterio del Dios trinitario, habla de la Iglesia utilizando tres conceptos: misterio, comunión y misión. Es decir, nos proponemos leer los discursos del Papa desde estos tres criterios y destacamos algunos aspectos relacionados con la pastoral con jóvenes.

Misterio

Las catequesis del Papa Benedicto en Madrid son una clara muestra de lo que llamamos el Anuncio cristiano (para algunos ha podido ser un Primer Anuncio) con una impronta mistagógica. Las catequesis se han centrado en el misterio de Dios manifestado en Jesucristo, pero no podemos olvidar que hablar de Dios conlleva la necesidad del discurso sobre el hombre[12].

Desde esta clave mistagógica, el Papa ha cuidado las catequesis y también la liturgia. No solo palabras, sino Palabra de Dios[13]… gestos, música, silencio, adoración, oración, eucaristía… Todo este conjunto nos deja ver de manera concreta qué puede potenciar el aspecto mistagógico de la pastoral.

El misterio de Dios manifestado en Jesucristo

Cuando volvemos a leer las catequesis queda muy subrayado el misterio de la “la voz de Dios, tal vez solo como un leve susurro, que los ha impulsado (a los jóvenes) a buscarlo más diligentemente y a compartir con otros la experiencia de la fuerza que tiene en sus vidas. Este descubrimiento del Dios vivo alienta a los jóvenes y abre sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones”[14].

En estas catequesis, el Papa ha hablado sobre todo de Jesucristo que es verdad[15], fundamento, sentido, amigo, vida auténtica, quien abre y acompaña en el camino hacia Dios, presente en el misterio de la cruz[16], con quien puedo establecer una relación íntima[17] y a quien puedo conocer internamente[18].

El Papa, durante estos días, se ha encontrado también con algunos grupos concretos de jóvenes a los que dirige palabras donde nunca falta una referencia a Jesucristo. A las jóvenes religiosas les anima a un amor esponsal; a los seminaristas les pide que configuren su vida con la cruz de Cristo, fijen su mirada en Jesucristo Sumo Sacerdote y Buen Pastor e intenten imitarlo; a los jóvenes enfermos les dice que Jesús nos enseña a vivir el drama del sufrimiento.

Sobre el misterio del hombre

No se olvida el Papa del misterio del hombre. En las catequesis en este viaje pastoral destacan algunas afirmaciones sobre el misterio del hombre, abordadas con profundidad y claridad. En Cibeles habla de la libertad[19]; en el Escorial, con un discurso de gran altura donde relaciona fe y razón, habla del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios[20]; especialmente significativas son las palabras que ofrece a jóvenes enfermos donde aborda el misterio del dolor y el sufrimiento humanos[21].

Comunión

La Jornada Mundial de la Juventud ha sido una visible y hermosa manifestación de la catolicidad y universalidad de la Iglesia, así como del misterio de comunión que ella encierra. “La Iglesia entera que, como misterio de comunión, se enriquece con la aportación de cada uno de sus miembros”[22].

En la homilía de la misa en Cuatro Vientos hizo una catequesis sobre la comunión eclesial y sus consecuencias prácticas. Comienza situando la importancia de la comunión, ya que la Iglesia no es una simple institución humana sino que se fundamenta en Dios. Por esta razón no se puede separar a Cristo de la Iglesia[23]. Ante el peligro de dejarnos llevar por la mentalidad individualista, invita a la comunión con la Iglesia[24] para ser fieles a Cristo; invita también a amar a la Iglesia[25], ya que ella nos ha engendrado en la fe a la vida cristiana.

El Santo Padre, en otras catequesis había dejado referencias muy directas sobre la comunión. Por ejemplo a las jóvenes religiosas reunidas en el Escorial les dice bellamente que “cada carisma es una palabra evangélica que el Espíritu Santo recuerda a su Iglesia”[26]. Y proponiendo la radicalidad evangélica, les invita a la comunión con la Iglesia, con los Pastores, con la propia familia religiosa, con los laicos[27].

Misión

La misión es el tercer criterio que empleamos para la lectura de los discursos del Papa en la JMJ de Madrid. La iglesia ve en los jóvenes una frontera actual de la misión; pero, al mismo tiempo, ve en ellos auténticos misioneros para hoy y para un futuro inmediato.

Discípulos y misioneros

“No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás… También a vosotros os incumbe la tarea extraordinaria de ser discípulos y misioneros de Cristo”[28]. Un discípulo sorprendido por el amor de Dios y consciente de la propia desnudez, capaz de decir: “Cristo me amó y se entregó por mí. Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos?”[29].

Un discípulo atento a la llamada del Señor. Para ello “es indispensable permanecer en su amor como amigo. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones y pesares?”[30].

En muchas catequesis el Papa subraya el aspecto vocacional de toda misión[31]. Por eso, el Santo Padre, dirige palabras concretas sobre la vocación y la misión a los distintos grupos de jóvenes con los que se encuentra. A las religiosas les recuerda que la radicalidad evangélica se expresa en la misión que Dios regala[32]. Invita a los jóvenes profesores universitarios a reflexionar y enseñar fundamentos sólidos para todas las dimensiones que constituyen el hombre. A los seminaristas, que se preparan para ser apóstoles de Cristo, compañeros de viaje y servidores de los hombres, les dice palabras hermosas sobre su vocación de ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. A quienes trabajan con los enfermos pide compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. A los jóvenes llamados al matrimonio les pide entrega total de sus personas[33]. A los voluntarios agradeciendo su servicio, les recuerda que todo servicio requiere renuncias; que “amar es servir y que el servicio acrecienta el amor”[34].

  1. Sendas para una pastoral juvenil en la nueva evangelización

Hemos situado nuestra reflexión en la nueva evangelización, centrando nuestro discurso en las dificultades que estamos teniendo en la transmisión de la fe y en la Iniciación cristiana.

Hoy, tanto la Iglesia como los jóvenes, nos llaman a “una conversión pastoral, en sentido misionero, de acciones y de estructuras”[35]

Se ve la necesidad de promover una pastoral juvenil más misionera (con un explícito Primer Anuncio y promoviendo puntos de contacto entre los jóvenes y la Iglesia) y de intensificar cualitativamente la evangelización (que implica anuncio coherente y creíble del evangelio, testimonio religioso explícito, educación en la fe, experiencias de oración y de discernimiento, celebraciones litúrgicas de los sacramentos, compromiso concreto en la transformación de la realidad según la voluntad de Dios).

Se apunta de forma decidida a la personalización de la experiencia religiosa y al acompañamiento en la fe. Aquí, evidentemente, está presente de forma explícita y operativa la irrenunciable dimensión vocacional de la pastoral juvenil.

Queremos concluir esta reflexión con cuatro ‘sendas para una pastoral juvenil en la nueva evangelización’. Hemos preferido señalar caminos. Creemos que son sendas sencillas y consistentes para seguir avanzando.

  1. a) Potenciar una pastoral más mistagógica

“Se presenta como un desafío para la Iglesia la capacidad de ofrecer nuevamente contenido y energía a esa dimensión mistagógica de los caminos de iniciación, sin la cual estos mismos itinerarios resultarían privados de un ingrediente esencial del proceso de generación de la fe”[36].

La pastoral debe ayudar a experimentar el misterio de Dios e intentar hacerlo comprensible en este tiempo. Hablamos de potenciar una pastoral más mistagógica, sin descuidar otras perspectivas: pedagógica, sacramental o eclesial.

En el seno de la Iglesia, a lo largo de los siglos, a través de la Palabra de Dios y de los sacramentos, por medio de la transmisión de la fe, con el testimonio vivo de los cristianos coherentes, tiene lugar, con los condicionamientos culturales y sociales propios de cada época, la experiencia de Dios, que nos revela su rostro y el sentido de su misterio de amor en el rostro de Jesús crucificado y resucitado. El Espíritu es la brújula que nos orienta y la luz que nos ilumina el camino hacia esa experiencia del Dios de Jesucristo.

Si una de nuestras dificultades está en el proceso de transmisión de la fe podemos preguntarnos: ¿Cuál es la finalidad de la transmisión de la fe? y ¿Cómo hablar de Dios?

Encuentro y comunión con Jesucristo

“La transmisión de la fe es una dinámica muy compleja que implica en modo total la fe de los cristianos y la vida de la Iglesia. No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive. Un signo de fe consolidada y madura es, precisamente, la naturalidad con la cual comunicamos la fe a los otros”[37].

La Iglesia recibe la buena nueva del evangelio y la transmite. La misión de la Iglesia se concreta en la transmisión del evangelio mediante la caridad, el testimonio, el anuncio, la celebración, la escucha, la participación. Lo que afirmamos de la Iglesia lo podemos afirmar de cada uno de los cristianos. Cada uno somos eslabones en una cadena ininterrumpida de creyentes que recibimos y transmitimos la fe.

¿Pero cuál es la finalidad de la transmisión de la fe? La finalidad es el encuentro y la comunión con Jesucristo. “Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice. La fe como encuentro con la persona de Cristo asume la forma de la relación con Él, de la memoria de Él (en la Eucaristía) y de la formación en nosotros de la mentalidad de Cristo, en la gracia del Espíritu”[38].

Hablar de Dios

Hablar de Dios es abrir puertas de acceso a su misterio y ayudar a un mayor conocimiento de este misterio frente a la ignorancia, la indiferencia o el relativismo.

Para hablar de Dios son necesarios creyentes coherentes y creíbles que ayuden a iniciar caminos, compartan búsquedas y acompañen procesos.

Una iniciativa que está teniendo muchos comentarios es el llamado ‘patio de los gentiles’, que impulsa el Papa Benedicto. Esta iniciativa pretende ayudar a los hombres de nuestro tiempo a acercarse al misterio de Dios. Por ahora, la iniciativa se está situando en niveles de alta cultura, pero no cabe duda que también es posible un patio de los gentiles cerca de nuestros concretos proyectos pastorales.

Palabra de Dios

En la Jornada Mundial de la Juventud hemos tenido catequesis, pero también liturgias, que apuntaban al misterio. Para hacer posible una pastoral más mistagógica, en este sentido, quisiéramos destacar la importancia de la Palabra de Dios en la Pastoral Juvenil.

“En ellos (los jóvenes) encontramos a menudo una apertura espontánea a la escucha de la Palabra de Dios y un deseo sincero de conocer a Jesús. En efecto, en la edad de la juventud, surgen de modo incontenible y sincero preguntas sobre el sentido de la propia vida y sobre qué dirección dar a la propia existencia. A estos interrogantes, sólo Dios sabe dar una respuesta verdadera. Esta atención al mundo juvenil implica la valentía de un anuncio claro; hemos de ayudar a los jóvenes a que adquieran confianza y familiaridad con la Sagrada Escritura, para que sea como una brújula que indica la vía a seguir. Para ello, necesitan testigos y maestros, que caminen con ellos y los lleven a amar y a comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores”[39].

  1. b) Una pastoral juvenil que desarrolla la pedagogía de la fe

El aspecto educativo en la pastoral juvenil nos parece de gran actualidad. Así lo han entendido algunos episcopados, entre ellos el italiano, que haciéndose eco de la llamada del Papa a la “emergencia educativa” se ha propuesto para los próximos años “educar a la vida buena del evangelio”[40].

Destacar el aspecto educativo hace posible pasar de lo extraordinario a lo ordinario, poner en diálogo fe y razón, fe y cultura, integrar evangelio y vida.

En un contexto socio cultural presidido por la secularización y la irrelevancia de la fe, creemos que hay que volver a apostar por la educación, como horizonte propicio para alimentar la “disponibilidad a la fe”.

El binomio educación-evangelización sigue teniendo actualidad y, desde nuestro punto de vista, está plenamente justificado. No podemos olvidar que la tradición de la Iglesia es muy rica en propuestas e itinerarios pedagógicos que han posibilitado una transmisión de la fe que permite el encuentro salvador con Jesucristo.

Benedicto XVI escribía a los salesianos reunidos en el CG26: “Estamos convencidos de que la evangelización propone a la educación un modelo de humanidad plenamente lograda y que la educación, cuando llega a tocar el corazón de los jóvenes y desarrolla el sentido religioso de la vida, favorece y acompaña el proceso de evangelización: sin educación no hay evangelización duradera y profunda, no hay crecimiento y maduración, no se da el cambio de mentalidad y cultura… La educación constituye uno de los puntos fundamentales de la cuestión antropológica”[41].

  1. c) Una pastoral juvenil de comunión

La comunión va a ser uno de los rasgos visibles que nos ayuden a identificar la pastoral juvenil en este tiempo de nueva evangelización.

No podemos olvidar que los jóvenes no son convocados a inscribirse en una institución en cuanto tal, sino a compartir con la Iglesia, a través de una comunidad local, la experiencia salvadora de Jesús, adherirse a su Persona, aceptar su mensaje, celebrar en sí mismos y en la sociedad su acontecimiento salvador.

Hay que destacar la importancia decisiva de la Iglesia local pastoreada por un Obispo, que es unidad dentro de ella y unidad con la Iglesia universal, con el Papa de Roma, arraigada en la comunión con Cristo y con la Trinidad Santa.

Todos somos conscientes, el Papa lo ha recordado estos días en Madrid, que en una sociedad individualista la clave comunitaria de la fe se vive con dificultades. Lo vemos reflejado en los estudios sociológicos, pero sobre todo lo vemos en el trabajo pastoral concreto. A la pastoral juvenil, en estos momentos, le cuesta transmitir a los jóvenes el valor de la eclesialidad de la fe. Pero esta dificultad se convierte en un reto estimulante. No podemos olvidarnos, en pastoral juvenil, de la eclesialidad de la fe. Acercar la Iglesia a los jóvenes y los jóvenes a la Iglesia debería ser una de nuestras mayores preocupaciones.

Siendo conscientes de estas dificultades debemos dar importancia a lo comunitario. Hablar de comunión también es apostar por los grupos (de oración, de jóvenes, de matrimonios…), por las comunidades juveniles, por las comunidades de adultos, por los catecumenados de adultos, por los grupos de las distintas familias carismáticas…

Por esta misma causa dedicamos muchos esfuerzos a fortalecer la vida de nuestras comunidades (parroquiales, educativas, religiosas…).

Hoy se habla también de la pastoral de red, destacando que se ha agotado la pastoral de la autosuficiencia ha gastado muchas de nuestras energías. Parece que va creciendo entre nosotros la necesidad de ayudarnos unos a otros, de aportar nuestra originalidad carismática con humildad, de hacer cada día más visible la comunión eclesial entorno a nuestros obispos.

  1. d) Fortalecer el sujeto de pastoral

Acabamos estas reflexiones hablando de la importancia de un sujeto de pastoral fortalecido. El testimonio de la comunidad cristiana y de pastores y educadores debe ser el marco o el punto de partida desde el que anunciamos el Evangelio a los jóvenes.

El educador y pastor, así como toda comunidad, han de ser testigos de la salvación de Dios y anunciar con coherencia y credibilidad el evangelio de Jesús. Ser testigos de la misericordia compasiva de Jesús supone una clara actitud profética, acompañada de un esfuerzo continuo de conversión.

Pero ser testigos de Jesús no se reduce simplemente a una praxis consecuente, a la coherencia o credibilidad de vida. Supone sobre todo y en primer lugar ser adoradores del Padre, conscientes de ser sólo instrumentos del designio providencial de Dios. Es el Espíritu quien conforma nuestra interioridad, nuestra sensibilidad creyente, nuestra apertura al Misterio de Dios y al misterio del ser humano. Y esto es posible solo si nos dejamos guiar por medio de una oración personal y comunitaria, hecha de adoración y escucha, de silencio y búsqueda de la voluntad de Dios, una oración de acción de gracias que ilumina nuestra pobreza y sostiene nuestra esperanza, y que tiene su fuente y su centro en la eucaristía.

En la pastoral hemos de transmitir también valores, ofrecer sentido, dar luz en la vida cotidiana. Pero lo decisivo es la comunicación de la experiencia de la salvación de Dios. Y para que esto sea posible nosotros hemos de sentirnos sobre todo creyentes, hijos del Padre, guiados y sostenidos por el Espíritu de Jesús. Sin una relación personal con Dios, hecha de reconocimiento, de afecto, de apertura a su Palabra, y de obediencia a su voluntad, no es posible evangelizar.

Pastoral juvenil vocacional

En las catequesis de la JMJ, el Papa Benedicto ha subrayado la clave vocacional. Este es otro de los rasgos de la pastoral juvenil en la nueva evangelización.

La dimensión vocacional no es para la pastoral juvenil una opción entre otras posibles sino que es un aspecto esencial. La pastoral juvenil parte, en su núcleo central, de una antropología, es decir, una imagen de lo que es la persona humana.

Nos entendemos en un esquema de llamada-respuesta, de gracia y responsabilidad. Dios nos llama y nosotros, en nuestra libertad, respondemos. Es el diálogo de la creación, es el diálogo de la llamada a la vida, es el diálogo de la vocación. En este sentido podemos decir que la principal vocación del hombre es ser hijo de Dios.

Cuando ayudamos a alguien en su proceso vocacional, lo que estamos haciendo es ayudarle a descubrir la verdad de su ser personal, es posibilitar un diálogo único entre Dios y él mismo, un diálogo al que sólo él está convocado.

El diálogo con Dios, a la base de la búsqueda vocacional, es también el fundamento de la persona entendida en clave cristiana. Es decir el hombre se pregunta quién soy no desde la distancia de Dios sino desee la relación con él. El aspecto vocacional no es, por lo tanto, un añadido, algo extraño a la vida de la persona. La pastoral vocacional está perfectamente justificada.

Rosendo Soler

Koldo Gutiérrez

[1] Todas las citas de los discursos del Papa Benedicto en Madrid están tomadas de la página oficial de la Santa Sede. A partir de esta cita solo citaremos los destinatarios del discurso Cfr. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20110818_arrivo-madrid_sp.html

[2] Cfr. Gonzalo González, “Presentación de resultados. Primera y segunda encuesta a participantes de la JMJ Madrid 2011”, GAD3.

[3]Discurso de despedida en Barajas.

[4] Discurso de la Ceremonia despedida en Barajas.

[5] Juan González Anleo y Pedro González Blasco (ed.), Jóvenes españoles 2010, Madrid 2010, pg. 185.

[6] Cfr. Fernando Sebastián, Evangelizar, Encuentro 2010.

[7] Cfr. Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea general ordinaria, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, I, 7.

[8] Evangelii Nuntiandi 14.

[9] Benedicto XVI, Luz del mundo, el Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, una conversación con Peter Seewald, Herder (2010).

[10] Cfr. Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea general ordinaria, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, Introducción, Introducción, 1.

[11] Cfr. Ibid., I, 8.

[12] Cfr. Lineamenta… III, 20.

[13] El Papa, ante una multitud de jóvenes y hablando de la Palabra de Dios, decía: “Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida”.

[14] Discurso de llegada del Papa Benedicto en Barajas.

[15] Discurso del Papa Benedicto en Cibeles: “El Maestro que habla, además, no enseña lo que ha aprendido de otros, sino lo que Él mismo es, el único que conoce de verdad el camino del hombre hacia Dios, porque es Él quien lo ha abierto para nosotros, lo ha creado para que podamos alcanzar la vida auténtica, la que siempre vale la pena vivir en toda circunstancia y que ni siquiera la muerte puede destruir”.

[16] La catequesis de Cibeles después del Via Crucis es muy hermosa y significativa: “Cristo me amó y se entregó por mí» Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos? San Juan lo dice claramente: «En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos…

Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos… no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer…

Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive. La cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida. El Padre quiso amar a los hombres en el abrazo de su Hijo crucificado por amor. La cruz en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres”.

[17] Discurso del Papa en la Vigilia de Cuatro Vientos: “Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir         como personas que se saben amadas por Dios”.

[18] Homilía de la misa en Cuatro Vientos: “Vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión          corriente… La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad. Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios…Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y     nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo…Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a   medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él”.

[19] Discurso del Papa en la acogida en Cibeles: “Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle”.

[20] Discurso del Papa Benedicto a profesores universitario: “En efecto, la Universidad ha sido, y está llamada a ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana…. pues la fe cristiana nos habla de Cristo como el Logos por quien todo fue hecho , y del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. Esta buena noticia descubre una racionalidad en todo lo creado y contempla al hombre como una criatura que participa y puede llegar a reconocer esa racionalidad”.

[21] Discurso del Papa Benedicto en la Institución San José: “Estos testigos nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien padece”.

[22] Discurso del Papa Benedicto a los Voluntarios.

[23] Discurso del Papa en la misa de Cuatro Vientos: “Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo. La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza”.

[24] Discurso del Papa Benedicto en la misa de Cuatro Vientos: “Permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.

[25] Discurso del Papa Benedicto en la misa de Cuatro Vientos: “Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios”.

[26] Cfr. Discurso del Papa Benedicto a las religiosas.

[27] Discurso del Papa Benedicto a las religiosas.

[28] Discurso del Papa Benedicto en la misa de Cuatro Vientos.

[29] Discurso del Papa Benedicto en Cibeles después del Via Crucis.

[30] Discurso del Papa Benedicto en la Vigilia de Cuatro Vientos.

[31] En la Vigilia de Cuatro Vientos dice: “Os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con generosidad el camino que él nos proponga”.

[32] En el discurso a los seminaristas dice: “Nadie elige el contexto ni los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo”.

[33] En la Vigilia de Cuatro vientos dice: “A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial.

[34] Discurso del Papa Benedicto a los voluntarios.

[35] Lineamenta, 10.

[36] Lineamenta… III, 18.

[37] Lineamenta… II, 12.

[38] Lineamenta… II, 11.

[39] Verbum Domini 104.

[40] Conferenza Episcopale Italiana, Educare alla vita buona del Vangelo, Orientamenti pastorali dell’Episcopato italiano per il decennio 2010-2020.

[41] CG XXVI, 130.