NUESTROS JÓVENES (MILLENNIALS) DESTINATARIOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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Autor:             Pbro. LCC. Humberto Arce Santiago.

Fecha:            18 de febrero de 2015

En:       Página Web: Templo Parroquial de María Auxiliadora de los Hermanos Franciscanos Ubicación: Tuxpan, Ver., México

 

 

En este siglo XXI, en el mundo conviven tres grandes generaciones: Baby Boomers, Gen X y Millennials, y cada una tiene sus propias cualidades que las hace únicas y diferentes entre sí. La más joven de las tres, representa un reto para la evangelización, ya que los medios para acercarse a ella no son los mismos que los utilizados con generaciones anteriores.

 

Características de los Millennials:

 

1.- Considerados entre los 17 y 30 años, llamados frecuentemente nativos digitales, son el segmento que nació con internet, de ahí que el mundo online sea su zona de confort. Se les conoce como los menores de 30 años, egocéntricos, muy listos y preparados académicamente que nacieron bajo el paraguas de la prosperidad económica.

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‘MILLENNIALS’: ASÍ ES LA GENERACIÓN QUE YA NO RECUERDA CÓMO ERA EL MUNDO SIN INTERNET

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Redactado por: María Lekant.

Fecha: 28 de agosto de 2015

Diseño de: Iván Sérbinov

En: Canal de Noticias RT en español

Algunos los llaman generación Y, otros ‘Millennials’, generación del milenio o incluso ‘Echo Boomers’.

Nacieron entre los años 80 y la pasada década, crecieron en una era de rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, y casi no recuerdan cómo era el mundo sin Internet.

Son idealistas, impacientes y están bien preparados académicamente. Muchos de ellos han tenido oportunidad de viajar por el mundo a una edad temprana, de estudiar en las mejores universidades y de trabajar en empresas multinacionales y extranjeras.

Los investigadores destacan entre sus características la falta de madurez, el individualismo, unas altas expectativas, la confianza en sí mismos, una autoestima inflada y la necesidad de comodidad. Pero al mismo tiempo, también subrayan rasgos como la capacidad de adaptarse a nuevas condiciones y cambiar de hábitat y de trabajo, así como la de crecer rápidamente y resolver varios problemas simultáneamente.

La generación Y se compone de este tipo de personas que quieren todo a la vez. No están dispuestos a soportar un trabajo poco interesante y rutinario, no quieren dejar las cosas buenas para luego. Lo que sí quieren es dejar su huella en la historia, vivir una vida interesante, formar parte de algo grande, crecer y desarrollarse, cambiar el mundo que les rodea, y no solo ganar dinero.

¿Qué otras particularidades tienen los hijos de la generación del ‘baby boom’ y en qué se diferencian de sus padres? ¿Qué esperan del futuro y qué futuro les espera?

Menos religión, más individualismo

La generación del milenio es mucho menos religiosa que las generaciones precedentes, según un grupo de científicos que analizó los datos de encuestas realizadas entre 1966 y 2014.

A pesar de que el análisis de los datos publicado en la revista ‘PLOS One’ muestra que la mayoría de los adolescentes se considera religiosos en cierto sentido, aumenta el número de jóvenes que se identifica como no religiosos.

De acuerdo con el centro analítico Pew Research Center, la generación del milenio no solo se relaciona con menor frecuencia con alguna religión, sino que ni siquiera tiene una postura clara sobre la existencia de Dios. La gran mayoría (86%) se considera creyente, aunque solo el 58% de los encuestados está “absolutamente seguro” de que Dios existe.

Esta tendencia se observa desde el año 2000, cuando se hicieron encuestas entre personas de esta generación. En 1970 solo el 12% de los escolares contestaron que nunca habían asistido a un servicio religioso, mientras que hoy en día responde así el 27% de los encuestados.

Según Jean Twengle, profesora de psicología de San Diego, EE.UU., y autora principal de la investigación publicada en ‘PLOS One’, este estudio a largo plazo puede mostrar una tendencia que influirá en generaciones futuras.

Pese a que los resultados muestran solo la correlación de los datos sin indagar en las causas, Twengle cree que este cambio generacional está provocado por el aumento del individualismo.

“El individualismo no combina bien con la religión”, sostiene Twengle, ya que, normalmente, la religión dicta normas sociales y de comportamiento, mientras que el individualismo se centra en el ser y en las opciones personales.

Sin embargo, no todo son cambios profundos, ya que aún persiste la necesidad de pertenecer a un grupo social, si bien la manera de hacerlo ha variado. De hecho, los adolescentes actuales prefieren usar para esto Facebook, por ejemplo, que interactuar en un grupo religioso.

Menos paciencia, más redes sociales

El uso activo de las nuevas tecnologías diferencia a estos jóvenes de las otras generaciones, especialmente por la necesidad de compartir información.

Un estudio neurobiológico descubrió que el contacto humano produce ‘hormonas del buen humor’, que es lo que sucede con la generación del milenio cuando chatea, pone un ‘me gusta’ a una noticia o comenta una entrada de un blog, informa el diario ‘Harvard Business Review’.

Además, según un análisis realizado por los especialistas de la Universidad de High Point, Carolina del Norte, los ‘Millennials’ son más propensos a ser narcisistas en las redes que los usuarios de la generación X (personas nacidas entre principios de los años 1960 y principios de 1980) y prefieren Twitter.

Los científicos también señalan que el ritmo de vida de estas personas es mucho más rápido, por lo que a menudo se muestran muy impacientes. Asimismo, a diferencia de las generaciones precedentes, entre ellos hay muy pocas personas adictas al trabajo, ya que aspiran a mantener el equilibrio entre su carrera laboral y su vida personal.

Menos trabajo, más vida

“No viven para trabajar, trabajan para vivir”, reza un artículo de la periodista Anushka Asthana para ‘The Guardian’, publicado en 2008 y dedicado a los jóvenes de la generación Y.

La periodista explica que los representantes de esta generación “han visto con horror” cómo sus padres trabajaban duro en su intento por conseguir dinero y estatus, y que ahora tienen prioridades distintas a la hora de buscar un trabajo.

Según Asthana, a los ‘Millennials’ les preocupan menos los salarios, y más si el trabajo es flexible, si tendrán tiempo para viajar y lograr un mayor equilibrio entre trabajo y vida, razón por la que los empleadores tienen que cumplir con estas demandas.

“La idea de entrar en el mundo financiero de Londres y trabajar largas horas dentro de una empresa grande no me atrae”, afirma Ailsa McNeil, una de las jóvenes entrevistadas por la periodista.

“Vi a mi madre y a mi padre trabajar muy duro, pero mi ética de trabajo es diferente”, confiesa McNeil. “Quiero hacerlo bien, pero quiero tener una gran diversión en mi vida. El dinero y el trabajo no lo son todo. Si pones todo tu esfuerzo en tu trabajo, pierdes el sentido de para qué estás viviendo”, expresó.

Menos médicos, más youtubers

Entre las preferencias laborales de esta generación, ocupa un lugar destacado la influencia de las nuevas tecnologías. A diferencia de los jóvenes de antes, que soñaban con ser médicos o abogados, los niños del nuevo milenio tienen claro que estas profesiones ya no son de su interés.

En este sentido, un estudio realizado por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) reveló que entre los jóvenes españoles de la generación Y la difusión de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana cumple un papel tan importante, que los puestos de trabajo más deseados son los de probador de videojuegos, diseñador gráfico, youtuber o blogger, aunque también se mantienen profesiones tradicionales, como ingeniero o policía.

La juventud de antes soñaba con hacerse famoso y ganar mucho dinero en el menor tiempo posible. Ese deseo persiste, pero pierde fuerza.

La mayoría de la generación de los ‘Millenial’ no quiere ser famoso “bajo ningún concepto”, mientras que un 28% lo contempla “solo como un mal necesario para ganar dinero”.

A pesar de estas tendencias, observadas en numerosos estudios internacionales, hay quienes defienden que gran parte de lo que se dice sobre los ‘Millennials’ son mitos, y que estos jóvenes no se diferencian tanto de sus predecesores como se suele pensar.

Así, una investigación realizada por IBM entre 1.784 empleados de 12 países destaca cinco creencias sobre la generación Y que, según los autores del estudio, son más bien mitos o exageraciones.

Mito 1: Las metas y las expectativas de los ‘Millennials’ son muy diferentes a las de sus padres.

Esta afirmación resulta exagerada, porque, según el estudio, los ‘Millennials’ tienen objetivos numerosos y variados, al igual que la generación X y los ‘baby boomers’.

Esto significa, entre otras cosas, que muchos de los cambios realizados por una empresa para ‘millennializar’ un lugar de trabajo también serían bien recibidos por otras generaciones.

Mito 2: Quieren elogios constantes y creen que todos en el equipo deben recibir un trofeo.

“Eso puede que haya sido cierto en sus ligas de fútbol infantil, pero la generación del milenio ha crecido, y quiere ser tratada de manera correspondiente”, indican los autores del estudio. De hecho, cuando se les preguntó a los ‘Millennials’ sobre su jefe perfecto, dijeron que querían un gerente ético y justo, valorando también la transparencia y confianza, mientras que un jefe que reconozca sus logros figuraba más abajo en la escala de importancia.

Mito 3: Los ‘Millennials’ son adictos digitales que quieren hacerlo —y compartirlo— todo en línea, sin tener en cuenta los límites personales o profesionales.

Esta idea no está apoyada en datos, afirma el estudio. Por ejemplo, en lo que se refiere a obtener nuevas habilidades en el trabajo, los jóvenes de la generación Y prefieren el contacto cara a cara antes que las opciones digitales.

En cuanto a respetar los límites profesionales en los medios sociales, es la generación joven la que suele “trazar una línea firme que separa sus vidas personales y profesionales”, reza el informe.

Mito 4: Los ‘Millennials’, a diferencia de sus colegas de mayor edad, no pueden tomar una decisión sin antes invitar a todos a opinar.

En realidad, los representantes de la generación del milenio no son más propensos a pedir asesoramiento en el trabajo que sus colegas de la generación X. Tanto los trabajadores Y como los de la generación X intentan aprovechar una variedad de fuentes para tomar una decisión, a diferencia de los ‘baby boomers’, que se caracterizan por tener una mentalidad más independiente.

Mito 5: Los ‘Millennials’ son más propensos a “abandonar el barco” si un trabajo no cuadra con sus pasiones.

Aunque una tercera parte de la generación del milenio ya ha pasado por cinco o seis puestos de trabajo, en el contexto actual esto parece guardar más relación con una realidad de malestar económico que con sus pasiones personales.

Otro rasgo muy característico de la generación Y es su alto nivel de preparación académica.

 

“Yo, por ejemplo, he aprendido casi todo en el trabajo: no podía aplicar en la práctica las competencias adquiridas en la universidad”, relata el experto ruso Vladímir Cherniavski, de la empesa McKinsey & Company, citado por el portal slon.ru. “Ahora los graduados vienen a nuestra empresa mucho más preparados que, por ejemplo, hace diez años”, agrega.

 

De hecho, los mismos jóvenes Y, encuestados por Pew Research, hablaban de su mejor preparación como una de sus principales características.

 

Este rasgo se debe, en gran medida, a que nacieron y crecieron en “una época de prosperidad económica”, explica un estudio de la agencia mundial OMD, citado por ‘ABC’.

“Las familias prosperaban y los niños vivían en hogares seguros y confortables”, agrega el informe, que detalla que, como eran menos hijos en las familias, la renta de cada uno era mayor.

 

Ahora bien, la tragedia de esta generación es que “ha pasado gran parte de su existencia disfrutando de los mayores niveles de bienestar, pero ahora vive un duro despertar”.

Un claro ejemplo de esto se da en España, donde una gran parte de los ‘Millennials’ se ve afectada por el paro, aunque un 54% de ellos tiene título universitario.

 

“Ahora los graduados vienen a nuestra empresa

mucho más preparados que, por ejemplo, hace diez años”
Vladímir Cherniavski, McKinsey & Company.

 

Los ‘Millennials’ españoles aseguran tener una mejor formación académica y un alto conocimiento de inglés, si bien parecen confiar poco en que su futuro pueda desarrollarse en su país. El 84% da por hecho que en los próximos años tendrá que emigrar para buscar trabajo.

 

Pese al complejo mercado laboral, muchos jóvenes de la generación del milenio a nivel mundial se muestran optimistas respecto a su futuro, y anticipan “perspectivas brillantes” para ellos y para sus países, según reflejan los datos de una importante encuesta a 6.702 personas de entre 18 a 30 en América Latina, EE.UU. y Europa Occidental, citada por Al Jazeera.

 

El mayor optimismo proviene de la generación del milenio en América Latina, donde el 62% dijo sentirse “muy optimista” sobre su futuro. Asimismo, los latinoamericanos también parecen mucho más propensos a reconocer que los mejores días de su país están por llegar.

 

Sea como fuere, muchos estudios concluyen que pronto el 75% de los puestos de trabajo estarán ocupados por miembros de la generación Y, por lo que cambiará la vida laboral, los horarios de trabajo serán más flexibles y aparecerá el llamado ‘hotelling’, situación en la que seis puestos de trabajo son suficientes para diez trabajadores.

Pero cuando esto suceda ya habrá empezado a avanzar la generación Z, las personas nacidas en el siglo XXI.

En la elaboración de este artículo se han utilizado los archivos multimedia de RT y freepik.com.
Redactado por María Lekant
Diseño de Iván Sérbinov

LOS MILLENNIALS Y LA IGLESIA: ¿QUÉ LOS ALEJA Y LOS ACERCA A LA RELIGIÓN?

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Autor: Jorge Enrique Mújica, LC

Fecha: 22 de junio de 2016

En:      Blogs Corporativos – HO Hazteoir.org – España

 

Se denomina millennial a ese grupo de personas nacidas entre 1980 y 1995. Se trata, por tanto, de un bloque humano bastante joven. ¿Qué es lo que piensa este grupo sobre la Iglesia? ¿Qué es lo que la atrae o aleja de la fe? A esas preguntas da respuesta un estudio del Barna Group (“What Millennials Want When They Visit Church”).

 

El estudio comienza estableciendo una analogía que, aunque no es la mejor, resulta interesante por cuanto suele ser la que inicialmente se plantean los millennial. La analogía es la de la Iglesia como una “industria de servicios religiosos” que proporciona bienes y experiencias espirituales a los consumidores.

 

Vista así, la dificultad que los millenials parecen encontrar es planteada en clave de cómo crear lealtad a una “marca”, cómo proyectar su “comercialización” y cómo eficientizar los servicios que la misma Iglesia ofrece. Es sensación común entre los millennials que “la Iglesia debe ser diferente de alguna manera”.


 

Los datos

Según el estudio del Barna Group, 6 de cada 10 millennials que crecieron en la Iglesia la han abandonado después. Para 3 de cada 10 la Iglesia no es importante mientras que para 4 de cada 10 dicen que es “algo” o “poco importante”. La motivación general de esas respuestas es que la iglesia no es necesaria e incluso, para algunos, resulta perjudicial.

Entre los que dicen que la iglesia “no es importante” lo hacen por dos razones: 1) porque creen que pueden encontrar a Dios en otras partes (39%; o sea 2 de cada 5) y 2) porque la Iglesia no es relevante para ellos (35%). Otros aducen que la Iglesia es aburrida (31%), que Dios no se encuentra en la Iglesia (20%) o que la Iglesia está fuera de época (8%).

Entre los adultos jóvenes las motivaciones del por qué la Iglesia “no es importante” son más profundas: para un tercio las percepciones negativas son el resultado de 1) fallas morales en quienes tienen responsabilidades en la Iglesia (35%); 2) de percibir a los cristianos como quienes sólo juzgan (87%), son hipócritas (85%), están contra los homosexuales (91%) o son insensibles hacia los demás (70%).

Eslóganes comunes sobre la Iglesia

Interrogados sobre una serie de eslóganes con los que los millennials identifican a la Iglesia, menos de la mitad dijeron que la asocian con la afirmación “la gente que va a la Iglesia es tolerante con las personas de otras creencias” (46%). Para el 44% de los millennials la Iglesia es un “club demasiado exclusivo”, mientras que hasta dos terceras partes dicen que las personas practicantes son “mucho” o “un poco” hipócritas (66%).

Las imágenes de la Iglesia como lugar de puertas cerradas o con ventanas abiertas El trabajo de investigación del Barna Group supuso preguntar a los millennials sobre las imágenes negativas y positivas que la Iglesia inspira en ellos.

Por cuanto respecta a la imagen negativa, un 37% dijo que vinculaba a la Iglesia con la imagen del “dedo que señala” mientras que el 16% con un “megáfono en mano”. Un 52% de los encuestados ven al cristianismo como agresivo y crítico.

 

Pero las imágenes positivas también resultan alentadoras: 1 de cada 4 millennials optaron por la “multitud de fieles” (23%), resaltando en esa imagen un cristianismo que refleja algo vibrante y el sentido comunitario (entre los millennials practicantes esta imagen fue elegida hasta por un 31%). La otra imagen, elegida también por 1 de cada 4 entrevistados (24%), fue la “mano que ayuda a otra persona que lo necesita”. Entre los adultos jóvenes esta imagen es preferida por el 34%.

Barna Group destaca que las imágenes negativas reflejan las “puertas cerradas” que los millenials ven en la Iglesia mientras que las imágenes positivas muestran las “ventanas abiertas”. En este contexto se ofrecen las respuestas a la interrogante “¿qué encuentran valioso en la Iglesia?”.

 

Un 44% va a la Iglesia para estar más cerca de Dios mientras que un 37% respondió que así aprenden a estar más cerca de Dios. El salir fuera de la vida monótona y entrar en la experiencia del culto y oración parecen ser una motivación fundamental a la hora de ir a la Iglesia por parte de los millennials.

 

Así, hasta dos tercios de los encuestados se identifican con la descripción de la iglesia como “lugar para encontrar respuestas para vivir con sentido” (65%) y hasta la mida de ellos (54%) dice que la Iglesia es relevante en su vida. El 49% siente que “puede ser él mismo” en la Iglesia y 3 de cada 5 dice que no está de acuerdo con la afirmación de que “la fe y enseñanza de la Iglesia es más bien superficial”. Apróximadamente el mismo número dice que “la iglesia no es un lugar seguro para expresar dudas”.

De este modo se tiene que el escepticismo por el papel de la Iglesia en la sociedad es la “puerta cerrada” mientras que el papel que puede desempeñar es la “ventana abierta”.

 

Los millennials y la ventana abierta

Y entonces, ¿qué deben hacer las iglesias respecto a los millennials? Considerando la analogía inicial de la Iglesia como “industria de servicios religiosos”, el estudio se planteó la pregunta sobre qué tipo de información estarían dispuestos a dar (recuérdese que la “fidelización” de las personas con las “marcas” se mide especialmente por la cantidad de datos personales que se está dispuesto a ceder).

Un 82% dijo que la única información que daría es su nombre. Un 53% también daría su apellido. Un tercio de los encuestados no estarían incómodos si tuvieran que dar su dirección de correo electrónico (33%) pero sólo 1 de cada 5 estarían cómodos si tuvieran que dar su dirección física (12%). Un 6% estaría dispuesto a entrar en relación por medio de las redes sociales. Entre los que no desean compartir nada están 1 de cada 6 millennials (15%) aunque si esto se concentra en los adultos jóvenes disminuye a 1 de cada 4 (28%).

Uno de los realizadores del trabajo de investigación, Clint Jenkin, invita a las iglesias a ver en todos estos datos cómo hoy en día los jóvenes tienen unas necesidades e ideas que no son las de otros tiempos. Consecuentemente la pastoral de otros tiempos no es la que debe aplicarse hoy: ni hacia los millennial que ya están en la Iglesia ni hacia los que podrían estar.

 

Una aplicación concreta puede girar en torno a cómo se recibe y respeta a quienes no tan frecuentemente van a la iglesia. Después de todo, a pesar de cierta visión negativa sobre la religión, no son pocos los que hayan cierto interés en los servicios religiosos y ven la Iglesia una oportunidad de aprender. El acompañamiento paciente y personalizado se presenta como “muletas” que pueden dirigir al millennial a una mejor experiencia que, a la larga, redunde en fidelización en torno a la “marca”.

LOS INDOMABLES “MILLENNIALS” CATÓLICOS

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Autor:   Tom Hoopes

Fecha:  24 febrero de 2014

En:      Aleteia

 

Se ha escrito mucho sobre los Millennials, la generación nacida en los años noventa u ochenta hasta el nuevo milenio, de ahí su nombre. Se pueden encontrar artículos sobre sus puntos de vista políticos, sus hábitos laborales y sus tendencias de consumo. Se pueden también encontrar quejas de los Millennials para los cuales estas discusiones no se aplican a ellos.

 

La generación del Milenio no es muy religiosa, y cuando lo son los Millennials no son muy ortodoxos, pero en lugares como el Benedictine College, donde trabajo, se encuentra una versión híbrida: “Los indomables Milennials católicos”.
Son realmente católicos indomables. Son también verdaderos Millennials. Su religión no borra la cultura de su generación más de lo que su cultura no borre sus convicciones religiosas.

 

¿Cómo son?

Se podría conducir un estudio más formal, pero observarlos de cerca en el campus de la universidad y preguntarles sobre su futuro convalida una teoría que defiendo: sus rasgos de Millennials transforman su catolicismo y viceversa de manera tal que pueden probablemente hacer grandes cosas por la Iglesia.

 

Algunas observaciones

  • Los Millennials se consideran especiales; eso significa que los indomables Millennials católicos consideran especial su identidad católica.
  • Quizá los Millennials ven abrazos donde no hay porque han sido abrazados mucho. Desde la infancia se le enseñó que son especiales. Sus buenas cualidades han sido apreciadas y celebradas, las malas cualidades disculpadas y puestas de lado. Los medios de comunicación sobrealimentan este ser especial, permitiendo a cada uno de ellos construir un universo en línea con ellos al centro. Es narcisismo virtual que se vuelve fácilmente narcisismo real.
  • Pero los indomables Millennials católicos tienen algo más: una confianza en su fe que mis coetáneos nunca tuvieron. Nunca nos sentimos a gusto cuando éramos diversos de la cultura vigente. Los Millennials son especiales, por lo cual tienen el permiso de ser diversos.
  • No se limitan a aceptar su identidad católica: la gestionan. Crean Tumblrs y vitrinas Pinterest llenas de arte católico y citaciones católicas. En sus cuentas Instagram comparten fotografías de iglesias y estatuas junto a las de los amigos y atardeceres.

He visto esta sólida actitud en relación a la identidad católica cuando estábamos realizando un video para el Benedictine College en una sala. De manera inesperada, un grupo de estudiantes se reunió en la sala y comenzó a rezar el Rosario. Cuando frecuentaba una universidad católica “indomable” en los años 80’s, también nosotros rezábamos el Rosario…en nuestras habitaciones. Pienso que habría sido muy tímido para rezarlo “en público”. No sabíamos que nuestra identidad católica era especial.

Los Millennials están protegidos; quiere decir que los indomables Millennials católicos buscan refugio en Dios.

  • Muchos Millennials han vivido toda su vida bajo una supervisión. En la universidad eran muy consientes del gran envolvimiento que muchos de sus papás tenían en sus vidas. La definición “padres helicóptero” no hace justicia: se trata de “padres buldócer”, que nivelan cada obstáculo en el camino de sus hijos. Eso puede “congelar” un Millennial cuando los padres abandonan inevitablemente la escena. Los indomables Millennials católicos no son diferentes.

 

El Blogger católico John Lim escribió acerca de la tendencia de su generación para definir la pasividad “discernimiento”.
“Antes de hacer cualquier cosa, debemos discernir”, afirmó. No es una idea falsa, sino que la hemos asumido al punto que discernimos sobre el discernimiento. Está atormentando nuestra generación y está evitando que sigamos verdaderamente la voluntad de Dios en nuestra vida”.

 

Otro Millennial me la resumió así: “Para nosotros, la adoración y la misa son excusas legítimas para usar, para no hacer las cosas”.

 

Veo cómo esto pueda ser un problema: pensar demasiado en aquello que Dios quiere, ir a misa y adorar demasiado a menudo. Pero lo considero un problema positivo. A mi generación siempre se le ha pedido pensar en las consecuencias de sus acciones; estas personas lo están haciendo realmente.

 

Un docente del Benedictine College me contó de un encuentro que se llevó a cabo en una sala de conferencias de la universidad. Al finalizar el encuentro encontró a 85 estudiantes amontonados en el corredor que esperaban. Habían organizado un grupo de discusión informal sobre la castidad…y habían aparecido docenas de estudiantes. Son claramente muchachos y muchachas que quieren hacer elecciones positivas. Bien por ellos.

Conectados.

Ser supervisados constantemente no vuelve seguramente consientes, sino orientados.
Mi generación ha sido una de niños abandonados a sí mismos. Volvían de la escuela y nos reuníamos con otros niños si estábamos en casa cuando llamaban o tocaban a la puerta.

 

Los Millennials han crecido juntos en los encuentros de juego, compartiendo las actividades después de la escuela y el deporte. El paradigma de los medios de comunicación – encontrarse y chatear en un forum semi-público – no es un fenómeno nuevo para ellos, sino sólo un modo diferente de hacer aquello que estaban ya haciendo. Los Millennials católicos indomables están usando estas tecnologías para conectarse con Dios…y presentarle a otras personas.
“Estoy en ipads y iphones antes, durante y después de la misa…orando con la liturgia de las horas y las lecturas”, mi dijo un Millennials. “Las discusiones de apologética están donde quiera, siempre en línea”.

 

Si se pide a una generación precedente de católicos indomables qué significa ser católico, podrían citar la política o las prácticas religiosas personales. He hecho esta pregunta a siete Millennials católicos indomables diferentes, y cada uno de ellos me ha respondido: “Evangelización”.

 

Me parece una respuesta mejor.

Los Millennials deben sentirse apreciados. Y también los Millennials católicos indomables…

 

Un tweet desde la Plaza San Pedro me ha impresionado porque capturaba el espíritu de los Millennials católicos indomables: “La larga vuelta del papamóvil parece una abrazo de Benedicto XVI a todos nosotros presentes aquí en la plaza”.

 

Obviamente era conmovedor ver el gesto de apreciación del Papa…pero ¿por qué debe ser un abrazo?
La necesidad de ser advertidos, apreciados y contactados a nivel personal es una característica fundamental de los Millennials.

 

A veces son llamados Trophy Kids – por los trofeos que reciben independientemente del hecho que ganen o no y porque sus padres los consideran trofeos.

 

El deseo de ser reconocidos puede ser problemático cuando se busca la aprobación de un mundo cada vez más oscuro. Demasiados jóvenes han querido sentirse abrazados por las personas equivocadas. Cuando se busca sentirse abrazados por el Papa…quizá no es tan malo.

 

De cualquier manera, así como los Millennials pueden asustarme por algunas de sus características, los Millennials católicos indomables me llenan de esperanza para el futuro de la Iglesia. Sé que no son perfectos. Pueden ser superficiales y su ética laboral necesita mejorar, pero más allá de los defectos están las virtudes que contrapesan la totalidad: insisten en la autenticidad, la transparencia y la sinceridad; son compasivos, curiosos y tienen la mente abierta.

 

Nos sorprenderán por lo que son capaz de hacer.

 

 

DISTINTAS GENERACIONES, UN MISMO EVANGELIO

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Autor: Sérgio Brandão

Fecha: Agosto 13 de 2015

En: Centro de Estudios Católicos

Cada ser humano tiene una manera propia de aproximarse a la realidad, a sí mismo, a sus propios anhelos, tiene sus propias formas de expresión y de relacionarse con los demás y con Dios. Esta manera es única y personal. Pero también si miramos estas formas y expresiones en lo colectivo podemos encontrar algunas características comunes de una generación o cultura que van generando una especie de patrón que ayuda a comprender la historia, sea el pasado como el presente. Estas manifestaciones no determinan -en sí- a la persona y tampoco la reducen a una manera de pensar específica, sino que ayudan a comprender la riqueza particular de un período o de un grupo específico, sus valores, inquietudes y manifestaciones.

Los avances tecnológicos son un ejemplo concreto de estas formas que tiene el hombre de relacionarse con la realidad toda. Es un proceso dinámico, que va cambiando a lo largo del tiempo, afectando incluso la calidad, la cantidad y las formas de estas relaciones.  Son estas diferencias las que producen cambios en la vida de un conjunto de personas que permite clasificarlas según ciertas costumbres, anhelos y expresiones culturales, especialmente entre los jóvenes. Particularmente en el mundo laboral y del marketing se suelen usar categorías generacionales cómo: “La generación Grandiosa”, “La Generación Silenciosa”, los “Baby Boomers”, la “Generación X”, “Generación Y” y “Generación Z”. Veamos a grandes trazos algunas de las manifestaciones de estas generaciones:

“Baby boomers”: hace referencia al gran incremento de la población mundial que fue posterior a la Segunda Guerra mundial y que, en una traducción libre del inglés, significa: “explosión de bebes”. Comprende a las personas nacidas desde el final de la Segunda Guerra hasta inicios de la década de los 60. Los hippies, con su lema “paz y amor”, son una manifestación de cómo estos jóvenes se expresaban. Eran optimistas y tenían una visión distorsionada como consecuencia de un mundo arrasado por las guerras. Para ellos era importante la necesidad del consenso como un criterio de acción y la presencia de fuertes compensaciones como la droga y el libertinaje sexual.

La llamada “Generación X”, estaría conformada por las personas que nacieron entre mediados de los 60s hacia el inicio de los 80s, y experimentaron una mejora en la calidad de vida (como en todas las otras generaciones, ciertos patrones sólo hacen referencia a aquellos que en la sociedad tienen mejores recursos y buenas condiciones de vida, casi olvidando por completo a los menos privilegiados  y oprimidos). Por esta época empieza a surgir con fuerza el internet y el bombardeo del  consumismo, ambas características estarán presentes en las próximas generaciones.

En la “Generación Y” se agrupa a las personas nacidas entre inicios de la década del 80 hasta mediados los 90. Crecieron sin ninguna gran guerra, el muro de Berlín estaba cayendo, el comunismo ya no tenía la misma fuerza de antes y el liberalismo estaba ganando terreno. El liberalismo económico, moral y social se hizo muy fuerte. La globalización se hizo realidad gracias a los medios de comunicación, la educación se tornó más sofisticada y la televisión un objeto central en casi todas las casas. No existe el mismo compromiso laboral como en generaciones anteriores, ni los esfuerzos a largo plazo. En el ámbito social no saben relacionarse con la autoridad, quieren aprender pero saben que ya tienen cosas que aportar y sus relaciones suelen ser de igual a igual. Son autosuficientes y emprendedores conectados con todo el mundo. Un consultorio de marketing brasilero, BOX 1824, haciendo un análisis de la juventud, afirmaba que estos son el principal agente de las protestas sociales en Brasil, demostrando que la política es otro interés de las generaciones Y y Z, ya que estos jóvenes son “puentes”, es decir conectan personas a ideales.

Por “Generación Z” entendemos, a grande rasgos, a los nacidos entre mediados de la década de los 90s hasta el día de hoy. Tienen muchas semejanzas con la “Generación X”  e “Y” pero nacieron totalmente inmersos en un mundo “2.0”: están hiper-conectados. La tecnología es para ellos algo natural así como el consumismo. Las distancias son relativas, pues siempre pueden mantener en contacto con los que viven lejos, aunque muchas veces están desconectados de la realidad a su alrededor. Su horizonte de conocimiento es muy alto pues ahora cuentan con herramientas como Google, YouTube y Wikipedia pero con el  riesgo de la pérdida de contacto con lo real. La pantalla es su ventana al mundo, pero no salen de sus casas. Las nuevas formas de comunicarse, como Facebook, permiten que una persona esté conectada a otros muchos “amigos”. Este “ser amigo” no es el mismo concepto que para las generaciones anteriores, pues ser amigo antes exigía tiempo, cultivo, contacto, compromiso y en esta nueva generación de amigos la interacción se reduce a un simple “like” o un “share”. Este dato nos da una clave para comprenderlos: están muy dependientes de la aprobación para los demás. Son la “generación abrazo”, pues han recibido aprobación en su vida y están buscándola constantemente. Un “like” no es una circunstancia sino una necesidad. Tienen sueños, y no creen que su realización venga del éxito laboral sino de la realización de sus anhelos, el dinero no es más lo más importante (quizás sí la fama) pero para ellos sus anhelos o “creencias” no pueden ser ignorados, si bien pocas veces están fundados en un sentido real y sólido.

Estos rasgos sociales generales de la juventud, como hemos dicho anteriormente, no determinan a las personas, y tampoco reducen los contextos y las circunstancias actuales. No podemos olvidar especialmente a todas aquellas personas que sufren guerras, persecuciones, hambre, problemas de salud y viven con pocos recursos y que no son considerados dentro de estas categorías generacionales. Pero una buena parte de la sociedad y en general los que hacen más “bulla” son estas últimas generaciones ya que su influjo en la sociedad es mayor. Actualmente las grandes empresas cuentan con numerosos estudios acerca de las inquietudes de las generaciones “Y” y “Z” porque quieren vender ideas y productos y plantear sus estrategias según las necesidades de esos grupos.

Como católico pienso que estas categorías generacionales nos ayudan a tener en cuenta los desafíos propios de cada generación y nos dan algunas consideraciones que tenemos que tener en cuenta para poder evangelizar mejor la cultura en la cual vivimos. Por otro lado creo que estas categorías no pueden llevarnos a perder de vista la centralidad de la persona. El Papa Juan Pablo II nos recordaba que “el hombre es el sujeto óntico de la cultura”. La Iglesia, experta en humanidad, presta una atención particular a cada persona como creador de cultura. En este sentido, nos dice el Beato Pablo VI en la Evangelii Nutiandi n. 20 “lo que importa es evangelizar…la cultura y las culturas del hombre… tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”. Por lo tanto mirar a estos estudios es de gran utilidad al momento pues es necesario entender al hombre para poder conducirlo hasta su anhelo último que es Dios. Después de este breve recorrido, como católico, creo que es importante señalar la misión de la Iglesia de llevar la buena nueva a todos los pueblos, no se trata de anular ni mutilar a la cultura y al hombre sino de transformarlos a la luz y medida del Evangelio. La Iglesia, que es experta en humanidad, indica el camino y ayuda al hombre a encontrar el sentido auténtico de la vida, de la plena realización y felicidad desde su realidad concreta y situada.

© 2015 – Sérgio Brandão para el Centro de Estudios Católicos – CEC

EL DEPARTAMENTO DE MINISTERIOS ORDENADOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA PUBLICA EL LIBRO: “NO DESCUIDES EL CARISMA QUE HAY EN TI”.

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Por:     Redacción CEC

En:      Conferencia Episcopal de Colombia

 

El Departamento de Ministerios Ordenados de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) publicó la tercera edición del libro “No descuides el carisma que hay en ti”, una guía para la elaboración de manuales y decretos de protección a menores y orientaciones sobre el celibato sacerdotal.

 

Los objetivos fundamentales del documento son tres, explicó la CEC en un comunicado de prensa, “reunir y proponer orientaciones de los pastores de la Iglesia para la formación celibataria, plantear acciones para que los sacerdotes y religiosos reflejen con claridad a Cristo pobre, casto y obediente y poner a disposición de obispos y encargados de pastoral sacerdotal las más recientes orientaciones que propone la Santa Sede sobre este tema”.

El Presidente de la CEC, Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, aseguró que el libro será una “herramienta útil” para obispos y sacerdotes y destacó que “en nuestro país existe una inmensa mayoría de sacerdotes y religiosos maduros, virtuosos y generosos en su ministerio, llenos de celo pastoral, consagrados a sus fieles, que anuncian con alegría a Jesucristo, valientes en su lucha contra toda forma de mal e íntegros en la vivencia de los consejos evangélicos”.

 

Por su parte, el director del Departamento de Ministerios Ordenados de la CEC, P. Manuel Vega, señaló que este libro “está orientado a la prevención y su finalidad es la de brindar orientaciones”.

Mayores informes:
PBX: 437 55 40 Ext. 264
Celular: 3138808447
Correo electrónico: libreria@cec.org.co

Presentación:

La presente guía es resultado de la profunda reflexión y los esfuerzos de los obispos de Colombia que ofrecen al Pueblo de Dios líneas guía para la elaboración de los manuales y decretos de protección a menores, así como los procedimientos, los cuales, en consonancia con las orientaciones del Magisterio de la Iglesia, persiguen tres objetivos fundamentales:

  • Reunir y proponer, de manera sistemática, las orientaciones y reflexiones de los pastores de la Iglesia colombiana para la formación celibataria y afectiva de los ministros de la Iglesia, desde la etapa vocacional hasta la de su formación permanente.
  • Plantear acciones concretas y procesos que, como fruto del discernimiento de los obispos, se pongan en marcha en las jurisdicciones para que los sacerdotes y religiosos reflejen y sean testigos, cada vez más con mayor claridad, de Cristo pobre, casto y obediente;
  • Poner a disposición de los señores obispos y de los encargados de la pastoral sacerdotal en las jurisdicciones las más recientes orientaciones y enseñanzas de la Santa Sede para la prevención y el manejo de problemáticas afectivas de sacerdotes y religiosos, incluyendo indicaciones prácticas para los correspondientes procedimientos.

Autor(a): Conferencia Episcopal de Colombia
Catálogo: Orientaciones
Idioma: Español
Número de Páginas: 190
Editora: Pictograma Creativos S.A.S
Año de publicación: 2016
Dimensiones: 17 cm x 24 cm

 

ARZOBISPO PIDE FORMAR SACERDOTES MISIONEROS PARA RESPONDER AL CRECIENTE PAGANISMO

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Por:     Redacción Aciprensa

En:      Aciprensa

El Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), Mons. Luis Augusto Castro, advirtió que “el paganismo crece desbordadamente” y ante ello se necesita “una Iglesia en salida”, que exige a su vez que en los seminarios se incluya la formación misionera dentro de las cuatro dimensiones en las que son preparados los futuros sacerdotes.

El también Arzobispo de Tunja hizo este llamado durante el discurso inaugural de la 102° Asamblea Plenaria del Episcopado que se celebra en Bogotá hasta el 10 de febrero. El Prelado centró su intervención sobre la nueva Ratio Formationis Sacerdotalis, instrumento que permite a los obispos y rectores de seminarios reflexionar sobre la formación sacerdotal.

“Siguiendo la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, la Ratio nos habla de las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal: Dimensión humana, dimensión espiritual, dimensión intelectual y dimensión pastoral”, recordó el Prelado.

Sin embargo, señaló, “hay otra formación que no debe faltar en los seminarios diocesanos como es la formación misionera. Ésta, sin embargo, no es una quinta dimensión sino debe hacerse realidad dentro de cada una de las cuatro dimensiones anotadas para animarlas, vivificarlas y así vivir en plenitud, esto es, católicamente, el ministerio sacerdotal”.

El Presidente del Episcopado colombiano indicó que esta formación misionera es importante sobre todo en estos tiempos en que crece el paganismo. Para ello recordó el caso del centurión romano Cornelio, el primer gentil en ser bautizado cristiano a través del apóstol Pedro. “Dios no tiene acepción de personas, sino que se complace en toda nación que le teme y practica la justicia (…) ¿Puede acaso alguien negar el agua del bautismo a éstos, que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?”, señaló Pedro en los Hechos de los Apóstoles.

“Cuando la elaboración teológica –indicó Mons. Castro– hoy se concentra demasiado en la realidad interna de la Iglesia comunión y no se da cuenta de que el paganismo crece desbordadamente, entonces necesitamos que, lejos de cuidarnos demasiado a nosotros mismos, promovamos una conversión en la teología como la de Pedro frente a la realidad del pagano Cornelio el cual, a diferencia de Pedro inicialmente, mostraba una disponibilidad sorprendente para abrirse a la universalidad, gracias a la acción del Espíritu Santo. Necesitamos una teología en salida para una Iglesia en salida y una misión en salida”.

El Presidente de la CEC explicó que “la misión es movimiento de amor más allá de las fronteras de la fe para manifestar la vivida experiencia de Jesús”.

Cristo “no tiene fronteras, ni muros, ni propiedad. No es nada en sí mismo. Es, en su totalidad, contacto, transmisión, mediación, canal por el cual Dios se comunica con el mundo. Es apertura al Padre y apertura al mundo. No se cierra en sí mismo”, expresó.

Asimismo, aclaró que “la misión no es propiamente contacto de dos o más culturas, ni traducciones de una cultura a otra”, sino “un movimiento que parte de un punto anterior a cualquier cultura –el amor del Padre- y llega a un punto posterior a cualquier cultura, el hombre abierto al hombre y abierto a Dios para que todos, como pedía Jesús al Padre, sean uno en nosotros”.

“Es un movimiento que genera alegría. Se trata de la alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos, es una alegría misionera”, añadió.

En su discurso, Mons. Castro también explicó que “la pastoral tiene que ver con la atención piadosa, constante y afectuosa de las comunidades de fe. Pero hay que pensar en que más allá de las fronteras de la fe, y hoy por hoy a pocos metros de nuestros templos, existen otras comunidades, pueblos y culturas que no tienen fe”.

“Entonces, la pastoral debe ser como la plataforma de lanzamiento para ir más allá de las fronteras de la fe hacia aquellos que no tienen fe, para que Cristo sea conocido, amado y seguido por primera vez en esos contextos ajenos a la fe”, afirmó.

En su discurso, el Presidente de la CEC también dividió la historia del sacerdocio en torno al Concilio Vaticano II en tres etapas. La primera hasta antes de 1965 –año en que terminó el Concilio–, la segunda entre 1965 y 1975 y la tercera desde 1975 hasta la actualidad.

Destacó la fuerte espiritualidad de los sacerdotes pre Conciliares, la creatividad y fidelidad de los “sobrevivientes del terremoto postconciliar” y la afectividad de los ordenados en los últimos cuarenta años.

Mons. Castro invitó a que la formación sacerdotal tome en cuenta estas tres características. “Necesitamos una formación sacerdotal que sepa mezclar la austeridad y fidelidad de los primeros con la creatividad y valentía de los segundos y la afectividad y sensibilidad de los terceros, así que nuestros seminarios puedan hacer eco a lo mejor de la historia sacerdotal de la iglesia preconciliar, a lo grande de la novedad del Concilio y a la necesaria sensibilidad de nuestro tiempo”, concluyó.

EL DON DE LA VOCACIÓN PRESBITERAL Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis

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El 8 de diciembre de 2016, la Congregación para el Clero publicó la Ratio Fundamentalis Institutionis sacerdotalis: “El Don de la Vocación Presbiteral”.

(Interesados abrir link)

PRESENTACIÓN DEL NUEVO DOCUMENTO DEL VATICANO SOBRE FORMACIÓN DE SACERDOTES

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Por:     Álvaro de Juana y David Ramos

En:      Aciprensa

 

En el documento titulado “El Don de la vocación presbiteral. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis”, la Congregación para el Clero de la Santa Sede determinó una serie de normativas sobre la formación de sacerdotes católicos. El Secretario para los Seminarios de esta Congregación, Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, compartió con ACI Prensa 4 claves para entender este importante documento.

El documento del Vaticano, publicado el 8 de diciembre de 2016, reemplaza al publicado en 1985.

[Puede leer: El Don de la vocación presbiteral. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis]

Entre otros artículos claves, El Don de la vocación presbiteral “en coherencia con el Magisterio” determinó que “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay”.

Estas personas, indicó la normativa del Vaticano, “se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas”.

A continuación, las 4 claves de Mons. Jorge Carlos Patrón Wong para comprender “El Don de la vocación presbiteral”:

  1. Las diferencias con el texto de 1985 y acentos del nuevo documento

Mons. Patrón Wong explica que “la Iglesia es una institución antiquísima”, por lo que “en la formación de sus ministros existe la continuidad y la novedad”.

“Los documentos que rigen la formación ponen algunos acentos, intentando responder a la realidad actual y tratando de incorporar algunas experiencias positivas de la formación y las conclusiones de las ciencias humanas”, señala.

Para el Prelado, “una primera diferencia es que se subraya aún más la formación integral. Se trata de formar a todo el hombre, de modo que los seminaristas puedan conseguir una maduración equilibrada en diversos aspectos de su vida y de su futuro ministerio, partiendo siempre de la formación de la persona, es decir, del corazón, de lo profundo, de la interioridad”.

Además, indica, esta normativa “pone un acento particular sobre el discernimiento vocacional, recomendando que se haga continuamente durante el proceso formativo, de modo que los seminaristas lleguen a la ordenación sacerdotal más libres y más capaces de hacer, a su vez, un verdadero discernimiento pastoral”.

“También se pone atención al acompañamiento, haciendo ver la necesidad de que a lo largo del proceso formativo se cultiven profundas relaciones de confianza y transparencia entre los formadores y los seminaristas, para que efectivamente los puedan ayudar”.

Adicionalmente, este documento “hace ver la importancia de la comunidad educativa del Seminario. La formación se realiza siempre en el ámbito de la comunidad cristiana y, en el caso del Seminario, de una comunidad educativa constituida por todas las personas que colaboran en ella: sacerdotes formadores, profesores, empleados, personal administrativo”.

  1. Proceso de formación para los candidatos al sacerdocio

Mons. Patrón Wong destaca que esta nueva normativa “insiste mucho en el concepto clásico de la gradualidad. Esto significa que los valores de la vocación sacerdotal se aprenden poco a poco, en un proceso de maduración que lleva un tiempo largo”.

“Se trata de formar a un hombre, que debe tener bien cimentada su identidad cristiana, para después facilitar la configuración con Cristo Siervo, Pastor, Sacerdote y Cabeza. Todo un proceso complejo que exige una cuidadosa formación”, precisa.

En este proceso de formación, indica, “se proponen cuatro etapas, que ya se ponían en práctica en la mayor parte de los Seminarios: la etapa propedéutica o introductoria, la etapa discipular o filosófica, la etapa configurativa o teológica y la etapa de pastoral o de síntesis vocacional”.

  1. Inculturación

El Secretario para los Seminarios destaca que “a lo largo de su historia, la Iglesia se ha hecho parte de muy diversas culturas: nació hebrea, se hizo griega y latina; y luego, balcánica, polaca, hispana, gálica; y más adelante africana, asiática, americana”.

Para la Iglesia, explica, “la inculturación es una regla de vida. Jamás destruye las culturas, sino que intenta que en cada una de ellas se haga presente la persona de Jesús y se encarne el mensaje del Evangelio”.

“La Iglesia toma con mucha seriedad las distintas culturas y aún más cuando son poco respetadas. Por eso valora las vocaciones indígenas y procura ofrecerles una formación adecuada. Además, porque las personas que hablan las lenguas indígenas son cristianos y tienen derecho a pastores que evangelicen su cultura”, subraya.

  1. Los Seminarios Menores

Para Mons. Patrón Wong, “el Seminario Menor es una hermosa institución”, pues “ofrece a los adolescentes una formación juvenil humana y cristiana”.

“Pablo VI decía que eran lugares de trabajo, de oración y de familia, semejantes a la familia de Nazaret. Muchísimos adolescentes necesitarían una experiencia similar para conseguir una maduración integral”.

El Prelado precisa que “el Seminario Menor no es una casa de formación presbiteral. Más bien prepara a los adolescentes para que, llegado el momento, puedan tener la experiencia vocacional suficiente para que, si Dios quiere, puedan elegir la vida sacerdotal. Se trata de una formación previa, o remota”.

Esta formación, añade, “también se encuentra, en alguna medida, en la pastoral juvenil, los colegios católicos, los grupos juveniles y los movimientos eclesiales”, pues “la Iglesia está presente de muchas maneras entre los adolescentes, para ayudarles en su crecimiento humano, espiritual, intelectual y apostólico”.

 

TEXTO: MENSAJE DEL PAPA POR LA JORNADA MUNDIAL DE LA ORACIÓN POR LAS VOCACIONES DE 2017

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Por:     Papa Francisco

En:      Aciprensa

 

La Santa Sede ha dado a conocer el mensaje del Papa Francisco por la 54º Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sobre el tema “Empujados por el espíritu Santo para la Misión”. La Jornada tendrá lugar el 7 de mayo de 2017.

 

A continuación, el texto completo del mensaje:

Empujados por el Espíritu para la Misión

Queridos hermanos y hermanas En los años anteriores, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre dos aspectos de la vocación cristiana: la invitación a «salir de sí mismo», para escuchar la voz del Señor, y la importancia de la comunidad eclesial como lugar privilegiado en el que la llamada de Dios nace, se alimenta y se manifiesta.

 

Ahora, con ocasión de la 54 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera centrarme en la dimensión misionera de la llamada cristiana. Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio.

 

El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí: «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera» (Exht. Ap. Evangelium gaudium, 21).

 

Por eso, el compromiso misionero no es algo que se añade a la vida cristiana, como si fuese un adorno, sino que, por el contrario, está en el corazón mismo de la fe: la relación con el Señor implica ser enviado al mundo como profeta de su palabra y testigo de su amor.

 

Aunque experimentemos en nosotros muchas fragilidades y tal vez podamos sentirnos desanimados, debemos alzar la cabeza a Dios, sin dejarnos aplastar por la sensación de incapacidad o ceder al pesimismo, que nos convierte en espectadores pasivos de una vida cansada y rutinaria.

 

No hay lugar para el temor: es Dios mismo el que viene a purificar nuestros «labios impuros», haciéndonos idóneos para la misión: «Ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame”» (Is 6,7-8).

Todo discípulo misionero siente en su corazón esta voz divina que lo invita a «pasar» en medio de la gente, como Jesús, «curando y haciendo el bien» a todos (cf. Hch 10,38). En efecto, como ya he recordado en otras ocasiones, todo cristiano, en virtud de su Bautismo, es un «cristóforo», es decir, «portador de Cristo» para los hermanos (cf. Catequesis, 30 enero 2016).

 

Esto vale especialmente para los que han sido llamados a una vida de especial consagración y también para los sacerdotes, que con generosidad han respondido «aquí estoy, mándame». Con renovado entusiasmo misionero, están llamados a salir de los recintos sacros del templo, para dejar que la ternura de Dios se desborde en favor de los hombres (cf. Homilía durante la Santa Misa Crismal, 24 marzo 2016).

 

La Iglesia tiene necesidad de sacerdotes así: confiados y serenos por haber descubierto el verdadero tesoro, ansiosos de ir a darlo a conocer con alegría a todos (cf. Mt 13,44).

Ciertamente, son muchas las preguntas que se plantean cuando hablamos de la misión cristiana: ¿Qué significa ser misionero del Evangelio? ¿Quién nos da la fuerza y el valor para anunciar? ¿Cuál es la lógica evangélica que inspira la misión?

 

A estos interrogantes podemos responder contemplando tres escenas evangélicas: el comienzo de la misión de Jesús en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,16-30), el camino que él hace, ya resucitado, junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35), y por último la parábola de la semilla (cf. Mc 4,26-27).

 

Jesús es ungido por el Espíritu y enviado. Ser discípulo misionero significa participar activamente en la misión de Cristo, que Jesús mismo ha descrito en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18).

Esta es también nuestra misión: ser ungidos por el Espíritu e ir hacia los hermanos para anunciar la Palabra, siendo para ellos un instrumento de salvación.

 

Jesús camina con nosotros. Ante los interrogantes que brotan del corazón del hombre y ante los retos que plantea la realidad, podemos sentir una sensación de extravío y percibir que nos faltan energías y esperanza. Existe el peligro de que veamos la misión cristiana como una mera utopía irrealizable o, en cualquier caso, como una realidad que supera nuestras fuerzas.

 

Pero si contemplamos a Jesús Resucitado, que camina junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-15), nuestra confianza puede reavivarse; en esta escena evangélica tenemos una auténtica y propia «liturgia del camino», que precede a la de la Palabra y a la del Pan partido y nos comunica que, en cada uno de nuestros pasos, Jesús está a nuestro lado.

Los dos discípulos, golpeados por el escándalo de la Cruz, están volviendo a su casa recorriendo la vía de la derrota: llevan en el corazón una esperanza rota y un sueño que no se ha realizado. En ellos la alegría del Evangelio ha dejado espacio a la tristeza. ¿Qué hace Jesús? No los juzga, camina con ellos y, en vez de levantar un muro, abre una nueva brecha.

 

Lentamente comienza a trasformar su desánimo, hace que arda su corazón y les abre sus ojos, anunciándoles la Palabra y partiendo el Pan. Del mismo modo, el cristiano no lleva adelante él solo la tarea de la misión, sino que experimenta, también en las fatigas y en las incomprensiones, «que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 266).

 

Jesús hace germinar la semilla. Por último, es importante aprender del Evangelio el estilo del anuncio. Muchas veces sucede que, también con la mejor intención, se acabe cediendo a un cierto afán de poder, al proselitismo o al fanatismo intolerante. Sin embargo, el Evangelio nos invita a rechazar la idolatría del éxito y del poder, la preocupación excesiva por las estructuras, y una cierta ansia que responde más a un espíritu de conquista que de servicio. La semilla del Reino, aunque pequeña, invisible y tal vez insignificante, crece silenciosamente gracias a la obra incesante de Dios: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra.

 

Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo» (Mc 4,26-27). Esta es nuestra principal confianza: Dios supera nuestras expectativas y nos sorprende con su generosidad, haciendo germinar los frutos de nuestro trabajo más allá de lo que se puede esperar de la eficiencia humana.

 

Con esta confianza evangélica, nos abrimos a la acción silenciosa del Espíritu, que es el fundamento de la misión. Nunca podrá haber pastoral vocacional, ni misión cristiana, sin la oración asidua y contemplativa. En este sentido, es necesario alimentar la vida cristiana con la escucha de la Palabra de Dios y, sobre todo, cuidar la relación personal con el Señor en la adoración eucarística, «lugar» privilegiado del encuentro con Dios.

 

Animo con fuerza a vivir esta profunda amistad con el Señor, sobre todo para implorar de Dios nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. El Pueblo de Dios necesita ser guiado por pastores que gasten su vida al servicio del Evangelio. Por eso, pido a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los numerosos grupos de oración presentes en la Iglesia que, frente a la tentación del desánimo, sigan pidiendo al Señor que mande obreros a su mies y nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio, que sepan hacerse prójimos de los hermanos y ser, así, signo vivo del amor misericordioso de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, también hoy podemos volver a encontrar el ardor del anuncio y proponer, sobre todo a los jóvenes, el seguimiento de Cristo. Ante la sensación generalizada de una fe cansada o reducida a meros «deberes que cumplir», nuestros jóvenes tienen el deseo de descubrir el atractivo, siempre actual, de la figura de Jesús, de dejarse interrogar y provocar por sus palabras y por sus gestos y, finalmente, de soñar, gracias a él, con una vida plenamente humana, dichosa de gastarse amando.

María Santísima, Madre de nuestro Salvador, tuvo la audacia de abrazar este sueño de Dios, poniendo su juventud y su entusiasmo en sus manos. Que su intercesión nos obtenga su misma apertura de corazón, la disponibilidad para decir nuestro «aquí estoy» a la llamada del Señor y la alegría de ponernos en camino, como ella (cf. Lc 1,39), para anunciarlo al mundo entero.

 

Vaticano, 27 de noviembre de 2016 Primer Domingo de Adviento.

Francisco