LA CRISIS DE LA FE EN LA JUVENTUD
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Antes de recorrer los tipos fundamentales de incredulidad, creo que es muy conveniente, para que nos los podamos explicar, el decir algo sobre cómo vienen preparados desde dentro de la personalidad del hombre.
Decíamos, al empezar este trabajo, que es en la juventud donde de ordinario se produce la crisis de la fe. Algunos la superan; otros, quizás la mayor parte, sucumben más o menos totalmente en ella. No quiero decir que esa pérdida de la fe sea exclusiva de la juventud, puede serlo también de la edad madura; pero lo que sí quiero decir es que el advenimiento de la adolescencia y juventud crea una crisis más o menos profunda en la fe de todo hombre.
Era de esperar: la vida de la fe está profundamente implicada con toda nuestra vida sicológica, nuestras actitudes fundamentales ante la existencia, nuestra visión del mundo y de la vida, y al llegar a la adolescencia se produce un sismo profundo de la personalidad, que la va a sacudir totalmente y derrumbar muchas de sus estructuras y actitudes, mientras un nuevo impulso vital creará nuevas estructuras sobre los escombros de las viejas: toda esa conmoción está anunciando el nacimiento de un nuevo hombre.
Por eso, no podemos comprender esta crisis de la fe, si no comprendemos y analizamos, aunque sea brevemente, esta crisis de la personalidad y al joven le ayudará mucho también este análisis para percatarse de las fuerzas a las que está sometido en esta etapa de su vida y poderlas identificar y explicarse la razón de muchas de sus actitudes religiosas, que no son sino la proyección o transposición al plano religioso quizás de conflictos con sus padres o de otros traumas recibidos. Por eso, voy a exponer rápidamente algunas de las fuerzas fundamentales que operan en esta etapa de la existencia.