Los Salesianos trabajan con los jóvenes a través de un proyecto llamado “Sueños en la frontera”
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Autor: Segundo García Hernández
En: Salesianos Pastoral Juvenil
El mundo se escandaliza, y con razón, cuando conocemos que una de las primeras medidas de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos es la ampliación del muro, ya existente, en la frontera con México pero parece no escandalizarse de la misma manera por los miles de kilómetros de vallas y fronteras levantadas en distintos países de Europa y también en la frontera sur de España en Ceuta y Melilla.
Aunque en la Declaración Universal de los Derechos Humanos se reconoce el derecho a migrar, finalmente vemos como las políticas estatales contravienen el artículo 13 de manera sistemática con su orientación represiva de las legislaciones que convierten en delincuentes a personas por el simple hecho de migrar. De hecho no son las migraciones lo que caracterizan nuestra época, sino su represión y la progresiva tecnificación de los controles de los flujos migratorios. Controles sobre las personas que migran, independientemente de cuáles sean sus motivos, ya sean forzadas o voluntarias. Una de las principales contradicciones del actual mundo en el que vivimos reside en que, habiéndose liberalizado la circulación de capitales, no se ha provisto en el mismo sentido la libre circulación de personas. Más bien, asistimos a un recrudecimiento del control y las violencias estatales así como a un aumento de muros, vallados y tecnologías de control de fronteras. Casi podríamos afirmar que las fronteras son demarcaciones geopolíticas que delimitan no tanto territorios, sino seres humanos, categorizando quienes tienen derecho a vivir, quienes tienen derecho a gozar de derechos, (incluidos esos mismos derechos humanos que decimos son universales), y quienes no.