Talleres

taller

Actividad consistente en la adquisición y fortalecimiento de habilidades y destrezas mediante la práctica de las mismas a través de la ejecución de tareas propuestas por el experto especialista que facilita las herramientas y fundamentos teóricos, orienta, conduce y acompaña a los participantes durante el proceso, con la finalidad de generar una o más competencias.

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Secretario

Octa
Monseñor Octavio Ruiz Arenas

nació en Bogotá el 21 de diciembre de 1944. Cursó los estudios de secundaria en el Seminario Menor de Bogotá y los de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de la misma ciudad. Más tarde perfeccionó sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1977-1979), obteniendo la Licenciatura y el Doctorado en Teología Dogmática. Fue ordenado sacerdote el 29 de noviembre de 1969 en Bogotá, Arquidiócesis a la que ha estado incardinado. Ha desempeñado los siguientes cargos: Vicario Cooperador de Soacha (1969-1972); Profesor en el Seminario Menor de Bogotá (1973-1974); Vice-Párroco de la Parroquia de Egipto en Bogotá (1974-1975); Vicario Ecónomo de las Aguas (1976). En 1980 fungió como Rector del Seminario Menor de Bogotá y de 1981 a 1984 integró el grupo de Formadores del Seminario Mayor de la misma ciudad capital. De 1985 a 1996 trabajó como Ayudante de estudio de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nombrado Obispo titular de Troina y Auxiliar de Bogotá el 8 de marzo de 1996; recibió la consagración el 13 de abril de ese mismo año. Sucesivamente, el 16 de julio de 2002, fue nombrado Obispo de Villavicencio y el 3 de julio de 2004, al ser elevada la diócesis de Villaviciencio a Sede Metropolitana, fue nombrado primer Arzobispo de la misma sede. El 31 de mayo de 2007, Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina. El 13 de mayo de 2011 el Papa Benedicto XVI lo nombró secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Intervención de Monseñor Octavio Ruíz en el II Congreso Nacional de Teología para Laicos

Presentación

Presidente

RF
Salvatore (Rino) Fisichella,

nacido en Codogno (Lodi) el 25 de agosto de 1951. Ordenado sacerdote para la diócesis de Roma el 13 de marzo de 1976 y Obispo Auxiliar de Roma en 1998. Obtuvo en 1980 el doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde ha enseñado “Teología Fundamental” de 1981 al 2001. Profesor invitado en diversas Universidades italianas y extranjeras. Desde el 2002 al 2010 ha sido Rector Magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense. Desde el 2008 al 2010 fue Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Desde el 30 de junio del 2010 es Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Además, es Miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para la Causa de los Santos. Está considerado entre los más autorizados teólgos italianos a nivel internacional. Hasta el momento es autor y compilador de veinticinco volúmenes traducidos en diversas lenguas, y de numerosos artículos para revistas científicas e internacionales. Ha impartido conferencias en diversos países europeos (Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Francia, España, Portugal, Polonia, Rumania, Hungría) y en Brasil, Filipinas, Turquía, India, Corea, Taiwan, Colombia. En el 2005 ha recibido la medalla de oro de la Cultura de manos del Presidente de la república italiana Carlo Azeglio Ciampi.

Entrevista con Mons. Fisichella: la Iglesia quiere acoger a todos «como una madre y no como un juez»

Capítulo 1 (20-49)

Cap11.11.2

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.3

1.4

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.5

 
 

C1

Introducción (1-8)

 

Introd1Introducción2

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dones del Espíritu Santo

Idioma

Finalmente, el idioma de Pentecostés, según San Juan Pablo II “es la lengua materna de la Iglesia”, la que habla el sacerdote en la Eucaristía cuando dice “esto es mi cuerpo y esta es mi sangre”, o en el sacramento de la reconciliación al decir “yo te absuelvo de tus pecados”. Son las palabras de la Iglesia las que dan eficacia a los sacramentos. Además la Iglesia, con fidelidad a su tradición, renueva su lenguaje (sencillo, acertado y sensato) para contar de manera novedosa y creativa a los hombres de todos los tiempos el mensaje de salvación[1]. Es preciso utilizar en la predicación un lenguaje correcto y sencillo, para que todos puedan comprender en toda clase de ambientes, que se eviten terminologías propias de especialistas y a la vez expresiones mundanas. El predicador debe saber lo que quiere decir y también cómo hacerlo, con una adecuada preparación para no improvisar; debe cuidar el contenido, el estilo y la dicción; es importante que conozca la realidad cultural y existencial de sus oyentes para no caer en teorías o generalizaciones; debe tener un estilo amable, positivo, que no hiera a las personas aunque hiera sus consciencias y no tener miedo de llamar a las cosas por su nombre[2].

Explicación Padre Diego Jaramillo


[1] Cfr. Rom. 1, 16.

[2] Cfr. Castrillón, D. (1999), Cap. II, No. 2, párr. 11.

Cultura

Animados por el Espíritu de Dios debemos crecer en la gracia y el conocimiento del Señor[1] e impregnarlo todo de Jesús: la civilización, las costumbres, los valores, etc. Esto podríamos llamarlo cultura de Pentecostés. En palabras de San Juan Pablo II: “En nuestro tiempo que tiene tanta hambre de esperanza, haced al Espíritu Santo conocido y amado. Ayudad a reavivar la ‘Cultura de Pentecostés’ que es lo único que puede hacer fructífera la civilización del amor y la coexistencia amistosa entre los pueblos”[2].

Explicación del Padre Diego Jaramillo


[1] Cfr. 2 Pe. 3, 18.

[2] San Juan Pablo II. (2004). Discurso del Santo Padre a una Delegación de la Renovación en el Espíritu Santo, No. 4.

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Con la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del 21 de septiembre de 2010, Ubicumque et semper, Benedicto XVI ha instituido el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. El Concilio Vaticano II con la Constitución Pastoral Gaudium et spes y el Decreto Ad gentes, como también el Magisterio pontificio sucesivo, en particular con la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (1974) y Christifideles laici (1988), habían evidenciado la exigencia de una renovación en el anuncio del Evangelio como consecuencia de profundas transformaciones sociales. Juan Pablo II acuñó la expresión “nueva evangelización” (homilía en Mogila, 9 de junio de 1979) y repetidas veces la indicó como misión de la Iglesia para el tercer milenio de la historia (Novo millennio ineunte, 2001). La institución del pontificio Consejo responde a una preocupación permanente del Magisterio e intenta ofrecer respuestas adecuadas para que la Iglesia, en su impulso misionero, promueva y actúe la nueva evangelización. Su servicio se dirige sobre todo a las Iglesias de antigua fundación y a aquellas presentes en territorios de antigua tradición cristiana, que están mayormente expuestas al fenómeno de la secularización.

Recientemnte, con otro Motu proprio, promulgado el 16 de enero de 2013 y llamado Fides per doctrinam, el papa  Benedetto XVI, prosiguiendo el camino trazado señalado desde el Concilio Vaticano II, en el que se hace cada vez más evidente la unión entre la catequesis y la evangelización, ha transferido integralmente la competencia sobre la catequesis de la Congregación para el Clero al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.  Al mismo tiempo, ha transferido también al Pontificio Consejo el Consejo Internacional para la Catequesis, creado por Pablo VI (carta del 7 de junio de 1973) al servicio de la Sede Apostólica y de las Conferencias Episcopales, y cuya finalidad es estudiar los temas más importantes relativos a la catequesis, favorecer el intercambio de experiencias entre quienes sirven en esta campo y presentar propuestas y sugerencias sobre el tema.

Es tarea del Pontificio Consejo profundizar en el sentido teológico y pastoral de la nueva evangelización, promoviendo ante las Conferencias Episcopales el estudio, la difusión y la actuación del Magisterio pontificio en todo lo referido a la nueva evangelización. De modo particular, el Dicasterio está llamado a favorecer el uso de las modernas formas de comunicación para verificar en qué manera pueden convertirse en instrumentos válidos de evangelización.

Respecto a la catequesis, entre las competencias atribuidas al Dicasterio, además de identificar las formas más adecuadas para la promoción del Catecismo de la Iglesia Católica como enseñanza eficaz para la transmisión de la fe, figuran: cuidar la promoción de la formación religiosa de los fieles de cualquier edad y condición, emanar normas oportunas para que la enseñanza de la catequesis sea impartida según la constante tradición de la Iglesia, vigilar la formación catequética, aprobar, con el consentimiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, los catecismos y escritos relativos a la instrucción catequética y asistir a los organismos de catequesis en cada una de las Conferencias Episcopales.

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